28 de febrero de 2009

'IF', de Kipling


Si la obra de tu vida puedes ver destrozada
y sin decir palabra, volverla a comenzar;
o perder en un día la ganancia de ciento
sin un gesto ni un suspiro...


Si puedes ser amante y no estar loco de amor,
si consigues ser fuerte sin dejar de ser tierno,
y sintiéndote odiado, sin odiar a tu vez,
luchar y defenderte...

Si puedes soportar que falseen tus palabras
los pícaros para excitar a los tontos:
y oír cómo sus lenguas falaces te calumnian
sin que tú mismo mientas...


Si puedes seguir digno aunque seas popular;
si consigues ser pueblo y dar consejo a los reyes;
y a todos tus amigos amar como a un hermano
sin que ninguno te absorba...

Si sabes meditar, observar, conocer,
sin llegar a ser nunca destructor o escéptico;
soñar, mas no dejar que el sueño te domine;
pensar, sin ser sólo un pensador...

Si puedes ser severo sin llegar a la cólera;
si puedes ser audaz sin pecar de imprudente;
si consigues ser bueno y logras ser un sabio
sin ser moral ni pedante...

Si alcanzas el triunfo después de la derrota
y acoges con igual calma esas dos mentiras;
si puedes conservar tu valor, tu cabeza
cuando la pierdan otros...

Entonces, los Reyes, los Dioses, la Suerte y la Victoria
serán ya para siempre tus sumisos esclavos
y, lo que vale más que la Gloria y los Reyes:
serás Hombre, hijo mío.

"Los Schumann", de Paul Adkin

Anoche fuimos al teatro Irene Rodríguez y yo. Fue a la sala Youkali (Compañía “Ñu Teatro”) de Vallecas, una sala de las que en los años sesenta se denominaban “de arte y ensayo” y que, por lo que deduje -fotografía de Alfonso Sastre incluida-, tiene relación directa con la gestión cultural de la vanguardia obrera, en este caso muy interesante. La obra era “Los Schumann”, del dramaturgo inglés afincado en España Paul Adkin. El drama narra la azarosa y turbulenta vida del compositor Robert Schumann y de la que fue su esposa, la pianista Clara Wiek. No escatimaré reverencias a la obra de Adkin, pero el tempo de la misma es irregular: una narración intensa, ágil e inteligente al principio y demasiado lenta al final; el público puede creer que la locura que lleva a la muerte al músico no acaba de llegar. Con las deficiencias que toda obra tiene a la hora del montaje (de dos horas y media, nada menos) hay que reconocer que la Compañía es excelente. Tengo que destacar el brillante papel de la actriz Marta del Puerto en la piel de Clara Wiek o Clara Schumann. La forma de mirar al proscenio y al vacío que representa el público fue excepcional, así como su brillante forma de tocar el piano en directo, algo, esto último, poco frecuente en las tablas. Junto a ella la maravillosa voz de Ángela del Salto, perfectamente modulada en sus dos distintos papeles (Pauline Viardot y la madre de Clara, Marianne Wieck) y evidentemente puesta al servicio de la obra al cantar en alemán sin play back. Ambas actrices tienen el acierto adquirido, por la evidente experiencia, de saber moverse en el escenario, de saber ser histriónicas cuando la obra lo requiere, de saber gesticular como la vida misma cuando el texto dramático lo pide. Espero que ambas no se queden en el “arte y ensayo” y Mario Gas, muy pronto, les permita pasearse un día por el escenario del Teatro Español de la Plaza de Santa Ana. Pedro Vasallo, en los zapatos de Robert Schumann, bordó el personaje, sin sobreactuación, sabiendo interpretar a un hombre cuerdo en el camino de la fama y a un enfermo camino de la muerte. Vasallo tiene una portentosa voz a la que aún puede sacar más partido desde el trasfondo de la modulación, pero va por buen camino. El resto del elenco bien, salvo un par de retruécanos y pérdidas del texto que son perdonables por el influjo del directo. ¿Un defecto? La obra dura mucho y los actores pierden poder dramático por culpa del exceso del tiempo, algo que Paul Adkin debería corregir suprimiendo escenas de las que podía prescindir: aquella en la que Robert y Clara pululan por los teatros de Europa del Este, por ejemplo.

23 de febrero de 2009

Chicas de botas negras y falda corta

Estos días de febrero en Madrid se adelanta una incipiente primavera que ha permitido que las niñas del barrio de Salamanca, o las ejecutivas de otras partes de la ciudad que salen aquí por el metro de Núñez de Balboa, empiecen a desempolvar sus armarios y a sacar las faldas cortas, las botas negras hasta la rodilla y toda clase de medias y leggins que acentúan sus bellezas y el pijerío. Esta mañana el Starbucks de la calle Juan Bravo era un hervidero de niñas (me gusta llamarlas así porque nunca dejan de ser lo que fueron y eso está muy bien) a la moda. Lo bueno que tiene España es que la diferencia entre el barrio de Salamanca y Sevilla, Valladolid o Albacete es mínima, de tal modo que la moda es uniforme y uno no sabe distinguir si la chica que está viendo en el autobús o en el tren es madrileña o burgalesa. Supongo que a eso ha contribuido Zara. Tantos años viviendo en este barrio del corazón de Madrid, anestesiado por aquello que la prensa denomina “la milla de oro” y acostumbrado a ver a chicas con apariencia de no haber roto un plato en su vida, me han hecho que me sienta mucho más a gusto con una de estas ejecutivas pijitas que con las comprometidas socialmente que, por ese compromiso, no se arreglan ni cuando van de boda, que siempre ha sido el pase de modelos del pueblo llano. Eso y que con las pijis uno parece que sabe mucho y las comprometidas hablan ellas todo el tiempo y ya sabéis que mi ego no permite eso. Lo que tampoco puedo soportar, o para mí es irresistible, es que una mujer me ataque con falda corta y botas negras, debe ser algo así como un trauma de Facultad, cuando uno se esperaba que a las copas después de la cena con los compañeros vinieran las muchachas con chándal, pero se presentaban así y una noche de juerga en Cuenca pretendí vender los zapatos de Alejandra en plena discoteca a 5.000 pesetas de 1999. Era mi castigo por haber roto el morbo de las botas negras que, digo yo, cuando la chica que hoy salía del metro con ellas llegue a casa va a tener dificultades en quitarse, eso sí, sus piernas eran más bonitas que las de Penélope Cruz, dicho sea de paso porque hoy está de moda.

22 de febrero de 2009

Los fenicios de España

 
La primera gran civilización de la Península Ibérica fue la fenicia. Es cierto que existió Tartessos antes, pero no nos quedan vestigios de ella como la Gádir o Cádiz fenicia. Los que provenimos (voluntariamente) de la Escuela Historicista de Menéndez Pelayo y, por extensión, de Menéndez Pidal, defendemos -como hice en mis clases de Historia- que el poblamiento de España se remonta al año un millón antes de Jesús, pero ello no es Historia sino Prehistoria porque no hay vestigios de escritura, que es la esencia de la datación sin necesidad de hipótesis ni horquillas temporales. Los revisionistas -por ejemplo, Vidal y Jiménez Losantos (“Historia de España”, 2009)-, sitúan el hito el año 14.000 antes de Jesucristo. El caso, al margen de las teorías que establezcamos profesores e historiadores, es que los fenicios anduvieron por España alrededor de mil años. La civilización fenicia era de origen semítico (judío) y originaria del actual Líbano, pero su intención de asentarse en nuestro actual país no era la de conquistar, sino la de establecerse. No venían con los mismos propósitos mercantiles que los griegos. Como eran eminentemente comerciales venían tras las materias primas que había y aún hay en el Sur de España y con ellos se establecieron los primeros judíos que a la generación siguiente ya eran eminentemente hispanos (antecesores de los que el emperador Tiberio expulsó hacia Argelia). La primera gran ciudad europea, por consiguiente, fue Cádiz y no Roma ni Atenas, que vinieron después. Entre otras cosas a los fenicios, a nuestros fenicios, les debemos: 1) el alfabeto y su común uso cotidiano, 2) la ganadería, singularmente lo que denominamos pastoreo, 3) la agricultura, esencialmente el cultivo, el riego y la elaboración del aceite de oliva, 4) la metalurgia, con el ‘singular’ desarrollo que tenía el siglo XIII antes de Jesucristo, 5) el comercio y su desarrollo en contacto con otras civilizaciones y 6) la navegación. Se establecieron en Levante (originaron Alicante, Elche y Ampurias), en Baleares y en el Sur de la Península -por cierto, que alguno se acercó a Albacete a comerciar con los iberos-. Lo que también nos legaron nuestros primitivos judíos fue el nombre de Iberia, con la consiguiente denominación de nuestra Península como Ibérica, compartiendo con Portugal, como compartimos entonces, al pueblo fenicio que, durante mil años, estuvo pululando por aquí y dando origen a las riquezas que hubo en nuestro Sur: plata, cobre, oro, estaño y las salazones -esto último lo remarco porque hay vascos que dicen que introdujeron ellos la técnica de conservación de la salazón al entrar en contacto con los indios canadienses establecidos en Groenlandia, en donde pescaban bacalao-.

19 de febrero de 2009

Un discurso memorable... de Adolfo Suárez

Buenas noches, señoras, señores:

Vengo a hablarles de un nuevo horizonte para España. Vengo a solicitar su voto para hacerlo posible. Vengo, como candidato, a pedir su voto para la Unión de Centro Democrático. No vengo con fáciles palabras a la conquista de votos fáciles. Sé muy bien que quienes alcanzan el poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro [...].

Creo modestamente que en esta nueva hora de España y al pedirles su voto, no traigo mis papeles en blanco ni soy una incógnita. Prometimos devolverle la soberanía al pueblo español y pasado mañana la ejerce. Prometimos normalizar nuestra vida política, gestionar la transición en paz, construir la democracia desde la legalidad y creemos que, con las lógicas deficiencias, lo hemos conseguido [...]

Pero si ustedes nos dan su voto: Puedo prometer y prometo que nuestros actos de gobierno constituirán un conjunto escalonado de medidas racionales y objetivas para la progresiva solución de nuestros problemas. Puedo prometer y prometo que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno [...]

Con la asistencia de ustedes, desde la normalidad que estamos alcanzando, desde la moderación que nos inspira, desde el diálogo con todos los grupos y partidos, creo que seremos capaces de consolidar definitiva y firmemente una monarquía democrática, capaz de dar respuesta realista a los problemas que nos acucian. Ése es, señoras y señores, nuestro nuevo horizonte. Y para eso les pido su voto.

(Extracto. Adolfo Suárez. 14 de junio de 1977. Discurso en TVE)

12 de febrero de 2009

Corrupción, amistades peligrosas y sobres en negro

Por supuesto que algunos miembros del PP de Madrid están dando pruebas de que están en política ‘por ánimo de lucro’ y de generar un red de influencias que, después de ejercer el poder, les lleve a una vida cómoda sin tener que trabajar por cuenta ajena. Cosas de la vida política de la mayoría de los que se meten en los dos grandes partidos. Se me ha acusado de excesivo anti Aguirre y cuando señalé hace años como corruptos a dos de los ahora imputados se me tapó la boca y se me retiró, junto a otros, de los entresijos y las batallas políticas. ¡Bendito sea Dios por ello! Ahora que cada palo aguante su vela y que la presidenta reflexione de una vez sobre los nombramientos de los que fue advertida a su debido tiempo. No es que yo sea gallardonista, que me da igual que igual me da el alcalde y su mecanismo, sino que me da tanto asco y rabia que robe un socialista felipista o zapateril como un pepero advenedizo. Por eso, alguien que como yo se ha ocupado de conocer la Historia de España, no puede ver con buenos ojos la connivencia entre el señor magistrado Baltasar Garzón y el ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo. ¿No vivíamos en un Estado de Derecho con separación de poderes? ¿Cómo es que un sumario secreto va siendo paulatinamente publicado por el diario ‘El País’? Aunque sabemos que los de Boadilla, Majadahonda y Valencia se han llevado la pasta, ¿no resulta que tienen derecho al secreto sumarial? Decía Otto Von Bismark que “nunca se miente tanto como antes de unas elecciones y después de una cacería”. Hace años que el señor Garzón no es imparcial en muchos procedimientos y debería reflexionar sobre ello él mismo y la propia Justicia. No es mal juez quien ha metido en cintura a ETA y a la mafia de la droga, pero se le ve el plumero y eso, en democracia, nos lleva a echar un vistazo a aquellas cacerías en las que el principal invitado era un tal llamado Francisco Franco, nada menos. Sí, hay dos tipos de corrupción: la de los que se emboscan en un partido de derechas y se llevan comisiones por esto y aquello (y vive Dios que los han trincado) y la de los socialistas que se introducen en el Poder Judicial meándose en la Constitución para atacar a otros políticos. No estaría de más que la gente dé una lección a todos estos sujetos quedándose en casa a la hora de votar o aupando con su voto a otros políticos no oficiales.

3 de febrero de 2009

Cuestiones de Lengua Española

Ayer me topé con un pie de foto en “La Tribuna de Albacete” en el que el corresponsal del diario escribía: “los tobarreños pasean la ‘efigie’ de San Antón”. La frase, a priori, no es incorrecta si se saca fuera de contexto, pero si analizamos la misma en su sentido religioso podría ser más correcta. Para empezar, un grupo humano no ‘pasea’ a un Santo (de hecho un grupo escultórico no pasea puesto que es inerte), sino que ‘lo saca en procesión’; también es mucho más adecuado hacer uso del término ‘imagen’ referida a la representación de una ‘santidad’ o ‘divinidad’ que ‘efigie’, cuya semántica incide más en lo profano: “la efigie del César en una moneda”, “la efigie del rey en un billete de 10.000 pesetas”, etc. Esta semana Apát Lajos se ha referido a varias cuestiones de la Lengua Española. Discrepo matizadamente con él en algunas y en otras coincido. Por supuesto, el locutor de RNE que hace referencia a un ‘ciego’ para, a continuación, rectificar señalando que esa misma persona es ‘discapacitada visual’ está acudiendo a lo políticamente correcto por encima de otras cuestiones. ‘Ciego’ puede parecer un término ‘impuro’, ‘deshonesto’ o ‘deshonroso’ si el hablante lo verbaliza con un tono hiriente o irónico; si se le da el contexto adecuado ningún invidente debe sentirse ofendido. Los hablantes españoles suelen tender a pronunciar ‘Uropa’, ‘Usebio’ y otros términos así no por incultura, sino por dos razones lingüísticas: a) la estructura silábica de la palabra castellana, como ya escribí en otro post, consiste en una estructura tal que ‘v-c-v-c-v-c’ o, en su defecto, en ‘c-v-c-v-c-v’, en donde ‘c’ son las consonantes y ‘v’ las vocales. Para el hablante medio, el rural, por ejemplo, la modificación de una estructura tan simple implica una deficiencia oral, luego pronuncia mal en castellano. Un estudiante de español que proviene de lenguas cuyas estructuras son diferentes (por ejemplo, el eslovaco), como son las eslavas o anglosajonas, al aprender mi lengua no desestima la pronunciación de ‘-ll’ final o doble consonante o doble vocal. B) Otra historia es la que manifiesta un opinante del Blog citado en el que manifestaba que la gente dice ‘turmix’ por ‘batidora’. En los años cincuenta se popularizó hasta el extremo el fútbol en España y la gente en lugar de ‘fuera de juego’ decía ‘orsay’. No se puede pedir al común que pronuncie en la España profunda con corrección ‘out side’ puesto que bastante tienen con medio saber útilmente el español. El español peninsular está compuesto del castellano estándar y de los dialectos meridionales, todo ello proveniente del Latín Vulgar, por lo que no se puede analizar en un todo lo que deber ser estudiado, como hizo Rafael Lapesa, individualizando.