23 de febrero de 2009

Chicas de botas negras y falda corta

Estos días de febrero en Madrid se adelanta una incipiente primavera que ha permitido que las niñas del barrio de Salamanca, o las ejecutivas de otras partes de la ciudad que salen aquí por el metro de Núñez de Balboa, empiecen a desempolvar sus armarios y a sacar las faldas cortas, las botas negras hasta la rodilla y toda clase de medias y leggins que acentúan sus bellezas y el pijerío. Esta mañana el Starbucks de la calle Juan Bravo era un hervidero de niñas (me gusta llamarlas así porque nunca dejan de ser lo que fueron y eso está muy bien) a la moda. Lo bueno que tiene España es que la diferencia entre el barrio de Salamanca y Sevilla, Valladolid o Albacete es mínima, de tal modo que la moda es uniforme y uno no sabe distinguir si la chica que está viendo en el autobús o en el tren es madrileña o burgalesa. Supongo que a eso ha contribuido Zara. Tantos años viviendo en este barrio del corazón de Madrid, anestesiado por aquello que la prensa denomina “la milla de oro” y acostumbrado a ver a chicas con apariencia de no haber roto un plato en su vida, me han hecho que me sienta mucho más a gusto con una de estas ejecutivas pijitas que con las comprometidas socialmente que, por ese compromiso, no se arreglan ni cuando van de boda, que siempre ha sido el pase de modelos del pueblo llano. Eso y que con las pijis uno parece que sabe mucho y las comprometidas hablan ellas todo el tiempo y ya sabéis que mi ego no permite eso. Lo que tampoco puedo soportar, o para mí es irresistible, es que una mujer me ataque con falda corta y botas negras, debe ser algo así como un trauma de Facultad, cuando uno se esperaba que a las copas después de la cena con los compañeros vinieran las muchachas con chándal, pero se presentaban así y una noche de juerga en Cuenca pretendí vender los zapatos de Alejandra en plena discoteca a 5.000 pesetas de 1999. Era mi castigo por haber roto el morbo de las botas negras que, digo yo, cuando la chica que hoy salía del metro con ellas llegue a casa va a tener dificultades en quitarse, eso sí, sus piernas eran más bonitas que las de Penélope Cruz, dicho sea de paso porque hoy está de moda.

1 comentario:

Gracia Iglesias dijo...

Ya he vuelto, aunque tardaré en ponerme al día. Te visito fugazmente. Aún no he actualizado ni mi blog "y lo que te rondaré, morena", porque tengo mil cosas acumuladas.
Un beso.