29 de julio de 2011

"Desaparecida"



Para Mamen.


"Fuese y no hubo nada", decía el clásico. Aquella mañana primaveral me encontraba en la terraza del Café París, un clásico de la bohemia de los años veinte. Tenía entre mis manos unos poemas de Gerardo Diego y la carta de sanción de la Agencia: estaban hasta las narices de mí y de mis poco ortodoxos métodos de trabajo, dado que, en cada investigación, me saltaba seis o siete leyes nacionales y otras tantas regionales. Total, si te esperas a que llegue una orden judicial, por ejemplo, la banda huye: sin problema, yo entro con mi equipo, pegamos siete voces y rompemos lo que nos pille más a mano, como un elefante en una cacharrería, y detenemos al malo malísimo, que es lo que nos enseñaron en el cole. Sanción: seis meses. ¿Y ahora? Pues eso, a leer poesía en un café. En la mesa de al lado la madre de una amiga dice a sus correligionarias que "lleva ya dos semanas desaparecida, sin dar señales, se fue, estaba agobiada, pero la Guardia Civil no sabe nada; madre mía, mi hija... yo ya no puedo más...". Conversación, por otro lado, típica y tópica. Y eso que la Benemérita se lo curra de verdad. Como yo no sabía nada y además estaba fuera de juego, me vuelvo a Madrid y pido placa y arma... Pereda que dice lo de siempre: "ni de coña, a ti ni agua macho, que la última vez destrozaste la tienda de ropas para cazar a la mujer del mafioso ese y hemos pagado cien mi pavos por el arreglo... ¡tú no sabes, Paquito amigo, cómo están arriba!". "A mí me la refanfinfla... déjame el arma y la placa un finde, sólo un finde, y te prometo que no hago nada, que voy al extranjero". Cara de póquer del jefe de sección y añade: "eso, a generar un conflicto internacional". "Mira macho -digo yo- es una amiga de esas de verdad y se ha largado o se la han llevado y te digo que la traigo con un par...". "Mira, haz lo que te dé la gana, pero yo no sé nada; está claro, no-sé-nada...". Lo sabía. Cerca de Phoenix, Arizona, USA, hay un albergue gigantesco de animales en donde la mayoría son perros (maltratados, abandonados, etc.) y allí no sólo los cuidan, si no que Greenpeace imparte enseñanzas a gente de todo el mundo. No conozco tanto como presumo a la muchacha, pero mi olfato de detective (esta vez sin romper nada) me dijo que harta de todo se había ido a algún sitio a donde le dieran cariño; y a ella quienes más cariño le daban eran los perrunos... Bajé del Ford enorme que alquilé en Tucson y bajé a la puerta misma.  Aunque con el pelo recogido y algo más delgada, allí estaba ella. Tomé asiento a su lado, mientras sacaba el enorme café del Sturbucks y la hamburguesa texas que había comprado en el puesto callejero:

-¿Qué haces tú aquí?

-Pues nada, como me importas tan poco, he venido a Arizona a aprender Medio Ambiente.

Y sonrió.

28 de julio de 2011

"No tengo nada que ponerme"




Cuando nos compramos el piso dedicamos una habitación, que no íbamos a utilizar, como ropero; era obvio, su trabajo le hacía estar cara a cara con el público y la imagen, en esos casos, es primordial. Que nadie pregunte por qué es primordial, pero lo es... También es cierto que cuando éramos jóvenes éramos mucho más pobres; bueno, hoy también porque ya no son 400 euros los de 2002, es menos. Pero... Realmente, del ropero de marras sólo medio módulo era para mí, los otros cinco metros cuadrados estaban dedicados a 'su' ropa y 'sus' zapatos. Toda una amalgama de colores, formas, estilos, temporadas, etc., de las más importantes e, incluso, inverosímiles marcas y firmas. Yo, a parte de media docena escasa de corbatas y unos cuantos trajes, dos o tres 'jersezuchos' (in Albacete dixit) y un vaquero roto por la entrepierna, no tengo nada más. Nada más, lo juro. Tenemos una boda, nos empezamos a vestir; abre todas las puertas, esparce por la moqueta todo el vestuario (cientos de vestidos, zapatos, complementos...) y, entonces, la frase con la que me entran los siete males (y a mi tarjeta de crédito mucho más):


-Nene, no tengo nada que ponerme...

27 de julio de 2011

'Latitud de fuego', de Andrea Cabel





Se ha editado, recientemente, el último poemario de Andrea Cabel (Lima, 1982) Latitud de fuego. Anteriormente ya se ha hablado en este blog de la joven poeta peruana, a quien conocí ya hace algunos años en Madrid. La intensidad y el brillo del nuevo poemario deja constancia de su personal voz, nacida hace ya bastantes años y que en la actualidad está cobrando una fuerza y una personalidad estética incuestionable. Entre las páginas de su nuevo libro, Andrea nos presenta el poema 'Lágrima en la arena':

he decidido, como todos los días, alimentar el espacio que dejaste. pintar las hojas de los árboles cuando cae el otoño. despertar con caricias y fruta el recuerdo de tu piel por la mañana. camino con miel en los ojos, con el color de la playa cuando es de tarde, explico a mis brazos que la fuerza es una forma de amar al cielo, que las estrellas son el aterrizaje para escapar de ti. y vuelvo.

resignada, sin tiempo, vuelvo al borde de la cama, directamente a tus ojos, regreso con la frente baja y los ojos de principio y final. entonces pienso en la gravedad de la lluvia, en la vida cíclica de un beso. por ti visto mis manos de soledad y esperanza, por ti mi cuerpo es el color rojo, por ti mi vida se escapa y descansa. he decidido, hoy, como todos los días, alimentar tu lenguaje de vacío, y dejarlo secar al sol.

(Omito la cita de Lucian Blaga por razones de espacio). Invito, por tanto, a los lectores de este Blog a acercarse a este nuevo libro y a la poesía de Andrea Cabel.

( Andrea Cabel, Lima, 1982. Licenciada en Literatura hispánica por la Universidad Católica del Perú. Diplomada en Periodismo Político y Análisis Cultural por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Actualmente forma parte del Doctorado en Artes y Ciencias del Departamento de Español de la Universidad de Pittsburgh, EEUU. Publicó reseñas crítico-literarias en los diarios El Comercio y Expreso, ambos de Lima. Publica en diversas revistas del medio nacional e internacional. Su primer poemario, Las falsas actitudes del agua, 2006, recibió el primer premio del concurso Esquina de papel, auspiciado por la Embajada de España y fue reeditado en julio del 2007. Coordinó la muestra de poesía Sepia y rojo: cuatro poetas de Lima para la revista sèrieAlfa de Valencia, España, con textos editados en español, catalán, finlandés, euskera, inglés, italiano y portugués. Participa de diversas antologías nacionales e internacionales. Su segundo poemario, a modo de plaquette, Uno rojo, ve la luz en la colección “Underwood” de PUCP en setiembre 2009; la segunda edición de la plaquette se publica este año bajo el mismo sello).

15 de julio de 2011

"Salir del túnel"



Cuando salí de la terapia comencé a sentirme mal. Parece inaudito, pero así fue; en ese momento me entró el pavor de hallarme en la calle, la angustia de no saber qué hacer después de la guerra: yo no sabía más que ser soldado. La sensación de soledad me hizo vagar por las acarameladas calles de la capital hasta hoy, bajo el inclemente y cruel invierno -que alguien debió bautizar infierno y, aún así, lo prefiero al verano y su crudo calor-. Todas las caras habitaban un extenso temor, terror a ser reconocidos; ninguno se salvó de la quema: todos cometimos atrocidades y, aunque yo jamás maté a nadie, sí robé lo que era de los demás y señalé con el dedo índice a quienes consideré que eran mis enemigos. Ahora la libertad, un país extraño, callejeado después de la terapia. En ese asqueroso comedor no dan nada... no saben que soy rico, un ex teniente coronel rico y que su sopa aguada con diez o doce garbanzos no me sirve de nada. A partir de ahora celebraré el final de las hostilidades con caviar y champán; haré que me suban a la habitación un buen salmón ahumado noruego y una bonita señorita de compañía. Pago en dólares, que es lo que he conseguido por intercambiar las valiosas piezas del Banco Nacional. ¿Quién dijo que una guerra es cruel? A mí me ha ido muy bien. Pago en efectivo... Aunque, sinceramente, hace días que ese tipo de ahí, el del gorro y el periódico, al que no veo bien porque me falta vista; sí, ese, creo que se fija mucho en mí, demasiado: habrá visto que manejo cierto dinero; en esta ciudad hay muchos ladrones, muchos asesinos, muchos delincuentes. Le voy a dar un escarmiento fácil, una buena paliza... y luego que se vaya y me deje en paz. He de disfrutar de mi victoria.

-¡Eh!, tú, ven... sí, tú, el de la gabardina. ¿Qué buscas de mí? ¿Mi dinero acaso?

- No, estúpido, tu vida... sólo un vulgar ratero deja pistas de donde pisa: ni el caballo de Atila.

12 de julio de 2011

"¿No me digas que todo fue un sueño?"



"El teléfono móvil al que llama no corresponde a ningún abonado", dijo la mecánica voz de la compañía de teléfono. María se sorprendió porque Paco tenía ese mismo número desde que lo conoció, hacía ya cuatro años, y desde él le mandó, precisamente el día anterior y el anterior a este, dos sms que ella, no sabe si por aburrimiento, desidia o pasividad no contestó. "Bueno, -pensó-, entraré en su perfil de Facebook para dejarle un mensaje con la hora de la reunión de mañana". No existía tal perfil con su nombre. Verdaderamente mosqueada pensó en primer lugar que la había borrado de sus amigos ("¡A ver por qué, el muy gilipollas"). Pero... "Pues sí que me va a hacer perder el tiempo el imbécil de Paco...", pensó mientras abría su cuenta de correo para enviarle un mail con la consabida hora y lugar de la reunión que tenían al día siguiente. Trabajaban juntos algunos días y el chico se mostraba siempre correcto, positivo y animoso con ella, aunque jamás iba más allá ni prejuzgaba nada laboral o personal. Ambos sabían la vida en verso de cada uno y se llevaban bien, pero poco más. Últimamente apenas se veían, sobre todo desde que la cambiaron de departamento, se fue a vivir a otro barrio -aún más lejano- y empezó a frecuentar otras amistades en las que tampoco, ahora, entraban las del trabajo. Pero Paco... El mail fue devuelto. "¡Joder!", se apresuró a decir. Llamó a su casa, al fijo, recordando que lo tenía apuntado en la agenda y al que recordaba no haber llamado nunca; bueno, la verdad es que últimamente ella pasaba de atender a Paco y a casi todo el mundo, dado que era la mejor forma de relajarse. Una voz femenina y muy educada señaló: "Lo siento, señorita, creo que se ha equivocado: en esta casa no hay ningún Paco".

- Mire usted, señorita, muchas personas adultas desaparecen voluntariamente -hablaba el policía con cara de guasa- y simplemente hay que respetar sus deseos. Tiene que presentar la denuncia después de 72 horas de la desaparición y haremos lo que podamos. ¿Qué parentesco tiene usted con él?

- No sé... en fin... la verdad es que creo que es mi mejor amigo.

8 de julio de 2011

"La dama del alba"



¡Será bruja! Justo cuando mejor me iban las cosas, tan callando se viene la tía y me fastidia de cabo a rabo. Ahí, tan tranquilo estaba yo con Mamen, tomando un helado (bueno, para ser exacto ella el helado y yo un granizado bien fresquito) y zas... aparece ella, sin avisar ni haber dado indicio de que iba a venir y me jode la vida de cabo a rabo. ¡Ahora ya no puedo hacer nada!

Menuda cara se le puso a la gente...

Ya había terminado de pagar el piso y el coche; alguna deuda contraída por Mamen también se iba pagando y los niños estaban de veraneo, en casa de los abuelos. En esto que decidí salir un rato a tomar algo y justo cuando iba a pronunciar... se vino.

- ¿Quién?

- La dama del alba.