31 de octubre de 2015

La llamada

Cuando se produjo la llamada apenas sentí nada, a pesar de que muchas veces antes sentí la necesidad, quizás la urgencia, de recibirla. Sencillamente el tiempo transcurrido; la inercia del silencio mientras tanto; la espera en vano, como si los tiempos fueran eternos, habían mitigado la intriga, el interés, el deseo... y ahora ya no quedaba nada de la ilusión de atrás, tanto que la llamada y la propuesta me resultaron tan borrosas como una llamada comercial, en la que la operadora ya sabe de antemano que vas a responder con un no rotundo. Muchas veces, tiempo atrás y en soledad, pensé en cómo sería el día en que ella llamase, qué debía responder yo y cómo hacerlo... y ahora, tras colgarle, me sentí extraño, con una sensación entre de inapetencia y de capítulo cerrado. No termino de entender si el paso del tiempo habla o no, si las cosas de cada día nos cambian o no... pero una llamada, a veces, lo dice todo, lo cambia todo. 

23 de octubre de 2015

Recuerdos


No recuerdo cuándo me convertí en el pato que tuvo que pagar siempre los platos rotos de otros; no caigo ahora en el momento en que me rodeé de incertidumbre y de silencios y de voces que me gritaban, sin tener en cuenta que yo, como los demás, tengo mi alma. En mi memoria se deslizan los días en que al otro lado de la conversación el yo era la palabra en torno a la cual giraba la otra historia, nunca la mía; tampoco me viene a la mente algún mensaje o palabra a destiempo pidiéndome decir cómo me siento yo... que, joder, a todos nos gusta que nos pregunten... Por mucha memoria que haga, sinceramente, no recuerdo haber sido un instante el centro de algo o para alguien, como tanta gente que suma una mayoría absoluta. Claro que nunca lo pretendí ni me quejo por haber escogido yo a la gente; simplemente me desahogo; lo digo como por decir, por dejarme claro a mí mismo que yo debo ser yo y cada cual tenga sus circunstancias... Ahora que... también dijo el Sabio que a ningún tonto le amarga un dulce. Pues eso... 

12 de octubre de 2015

Una sonrisa habitual

Todos los días, frente a frente, o en la distancia del recuerdo, está su sonrisa presente; como aquel flash primero, el de la vez primera en que la vi; ahí, frente a mí. Una sonrisa que dice, con la mirada, mientras ella va y viene; mientras se sirve un café o me sirve a mí un café: su verdad a medias, sin saberlo todo de ella, adivinándolo todo a través del silencio, de la conjetura, de las frases a medias, de las suposiciones... Una sonrisa con mucho misterio detrás: apenas unas escasas pinceladas y lo demás lo pongo yo, que para eso escribo la historia. Ella es, será, quien yo suponga: descripción física y psicológica, además de lo que veo y de lo que sé de ella. Y lo que veo, sinceramente, me gusta: inspira confianza, tranquilidad... así como fue, con la sencillez de una tarde, en busca de un café, en busca de un idioma y ahí andaba ella, como esperando, como si la escena hubiese sido preparada para el teatro y se hubiese levantado el telón. Ahí estaba, sí, su sonrisa habitual que, a veces, se me pierde si no se ve.

10 de octubre de 2015

Tú, allí; yo, en mitad de la nada...

Aquí, en mitad de la nada, yo sigo escribiéndote y tú, allí, borrándote. Ya lo decía el poeta, pero el sonoro sonido de tu mirada se rompe, se hace trizas, si media la distancia... A veces miro las fotografías en que apareces, con tu sonrisa dibujada, con tus ojos chispeando la vida y me pregunto por ti y no me consuela ni el maldito whatsapp ni la distancia. Tampoco me parece mucho, ni nada, el tiempo que destino a hablar contigo: me gustaría que existiesen instantes de miles de minutos. Tú y tu desnudo sueño y yo allí, mirándote. Siempre hay algo qué hacer, siempre una excusa para el punto y aparte. Hoy es uno de esos días en que tremendamente echo de menos tenerte enfrente, café por medio, escucharte hablar de ti, oirte decir cómo eres, qué piensas... aprender tus silencios, confiar en tí y percibir de ti tu mejor yo. Pero apenas la distancia, tan sólo un hilo ardiente y volante, quizás unos minutos y lo que había se fue. Ahora es cuando sé responder a si se puede querer a dos mujeres a un mismo tiempo; justo es ahora cuando sé que te echo de menos, cuando tú estás allí y yo aquí, en mitad de la nada.