29 de enero de 2015

"La vida de los otros"

"Parece algo del cine, pero realmente es algo muy de la calle", dije a quienes me acompañaban frente a un café, como respuesta a alguien de la mesa que se quejaba de que el gobierno americano espía a no sé quien... No entendieron bien mi frase, pues cuando dije que no estaba de acuerdo me pusieron a caldo. Me armé de valor y decidí volver a ser profesor por unos minutos: "Vivo en un pueblo y eso siempre ha pasado, así que abrir los oídos y escuchar", les pedí. Creo que debe ser cosa de muchos sitios iguales, pero... miraban... "Tomar nota: un tipo que en el bar insiste en que le digas con quien te acuestas y como tú no eres de esos, dado el caso, se enrabieta y te deja de hablar para siempre; otra alguien, con mala leche, que te sonríe y te dice que la chica que te gustaba, o quien sea, está aún con el no sé cuántos y añade "que los vi el sábado pasado", como un periodista planta una foto en la noticia; un vecino que sonríe y te suelta un "parece que sacas mucha basura para vivir tú solo"; la tipa que valora a todo el mundo por las apariencias y cree saber tu saldo bancario...". Las miradas parecían no quedar convencidas de que la vida de otros es importantísima para gente aburrida y decidí ser aún más pedagógico: "a ver, chicas, estamos rodeados de gente que vive de meter sus narices en nuestra vida; en definitiva, esa persona que te recuerda siempre aquella vez que metíste la pata en una cena; o quien siempre está con la cantinela del 'no es esa tu medio ex novia'...; o el que te dice que saques el coche grande y aparente porque se ha colado en tu garaje para comprobarlo; la que se pega a ti en el banco o en la Farmacia y atisba de reojo lo que ingresas en cuenta o lo que pides al farmacéutico y, sobre todo, la insoportable que jamás te saluda en el pueblo y cuando te ve en un restaurante de otra ciudad se acerca a saludar, tan sólo para enterarse de quién es tu acompañante y comentarlo bien en el pueblo", concluí pensando que los servicios secretos son meros principiantes al lado de gente que yo conozco.

16 de enero de 2015

"Extrañas compañías"

"O es la chica de otro o te rodeas de gente compleja", me dijo ella, mientras el café humeante bajaba la intensidad de su aroma y sabor... Frente al ordenador nos habíamos propuesto terminar el trabajo que teníamos pendiente esa misma tarde, pero de repente coincidimos en que hay gente que todos los mensajes que transmite -por whatsapp también, claro está- son excelentemente negativos. "Hay gente que la primera palabra que pronuncia al levantarse es yo", le dije, y ella sonreía. Dejamos de lado el trabajo y fue cuando me dispuse a hacer el café, mientras le decía que hay gente que valora en poco que te tomes unos minutos de tu vida -tan importante como las demás- para enviar un mensaje de ánimo, de preocupación; en fin, de cariño... y cuán superficialmente lo valora esa gente, pagada de sí misma. Mi compañera se lamentó del tiempo invertido en ciertas personas y yo le dije que aquello que calma tu conciencia, por estar bien hecho, no debe lamentarse. "Yo ya he empezado a dejar de interesarme por alguna gente", le expliqué, añadiendo que me interesaba, con inmediatez, con la urgencia del cariño, por unas cuantas personas para quienes yo estaba por encima de fuertes y fronteras... Entonces debatimos sobre personas pasadas y llegamos al acuerdo de que el pasado jamás debe ser esencia del presente: 'lo pasado, pasado está', reímos. Me fui al estante del fondo y así un poemario de Luis Alberto Cuenca; ella se extrañó y yo le dije que la respuesta a aquella gente que te ignora, pese a la buena intención con que le llevas tu cariño, está en la poesía: "el premio del engaño es el olvido". Me levanté para echarle una chaqueta por los hombros y entonces rematé la reflexión: "no se puede ser tonto toda la vida".

14 de enero de 2015

"Preguntas turbadoras"

En toda fiesta acaban por sacarte el tema: si hay o no hay una musa detrás de ti. Sea indistinto el interlocutor o no, la pregunta, con mayor o menor intensidad, se te lanza... Nadie entiende que hay un poso de timidez en ti, algo que te ha impedido siempre hablar de ello: no es fácil decir ni pío, en el hipotético caso de que existiera una musa que guíe el pulso y la intensidad de tus letras. Quizás todos seamos un poco curiosos, pero no todos hablamos tan fácilmente, ni bajo los efectos de alguna copa: a veces no se es valiente ni para declararse -como se decía hasta los noventa. Es posible que un día naciera frente a ti su rostro y una palabra y todo ello se convierta aún en la tensión literaria que la vida requiere; a veces, incluso, no es tan sencillo hacer entender a quien está ahí que tú te has fijado en cualquier cosa que para ti es extraordinario y ella considera lo más normal del mundo. En esta jodida época en que mantener una relación -del tipo que sea- es tan complicado, la emoción que desprenden las letras complica hacer realidad esa ilusión -que los sueños, sueños son-. Y oye, más vale que se te vea el plumero que meter la pata, porque al fin y al cabo quizás ella merezca la pena y tú también. Cosa es verdadera, decirlo y cómo decirlo es más complejo y romper el encanto del cómo y el cuándo lleva su tiempo. Claro que uno tiene una mirada que poner en el folio, salpimentada con una sonrisa y una pizca de realidad. Por ahora sólo es un secreto, a voces, pero secreto.

11 de enero de 2015

Sólo palabras...

Me acerco al escritorio y tomo el cuaderno verde, para anotar cosas de la conversación de hace un instante: es el ejercicio de mi memoria -sus pasos, sus ecos, sus palabras... hasta sus sonrisas, esas que no se ven por el móvil-. No estoy seguro de si ahora la letra escrita con un pilot en el cuaderno verde tiene encanto o no lo tiene, pero me da igual; algún día pensaré en ella y sólo ese cuaderno y las palabras que hay en él me devolverán a la realidad. Al fin y al cabo, fueron las letras las que me atrajeron desde el primer día y, junto con ellas, la pasión de escribir tomando de la realidad aquello que me rodea. Como tomar del estante París era una fiesta y que, de pronto, apareciese una anotación que me recordó a alguien, a quien se la envié de inmediato; muy poco después se desató en la Ciudad de la Luz un infierno que ya vivimos en Nueva York y en Madrid. Hay que ver cómo les jode aún a muchos la libertad de expresión, la democracia, los derechos de la mujer, respirar el aire que te toca sin ocupar el del otro... parece como si lo que es normal molestase. Me recuerda al primer día que no cedí en la defensa de mis principios ante aquellos tipos de la Facultad, al día en que les dije que antes de decir tonterías leyesen a Galdós y cómo desde entonces no ceder un paso en mis ideas me ha traído algunos malos ratos ante esa otra gente que siempre cree estar en lo cierto... El caso es que qué pronto se rompe lo cotidiano, con su aroma a café, con la sonrisa que habitualmente te anima, con las palabras que te mueven, con la sensación de que, de repente, alguien puede romper el statu quo... Y siempre, ante todo ello, únicamente queda no ceder, nunca, aquello que no tenga como norma los derechos humanos y la libertad individual. Siempre he dicho que pueden meterse contigo si quieren, pero no con aquello que tú representas y, especialmente, con aquellos a quien tus palabras representan.

5 de enero de 2015

"El sonido del año nuevo"

Nace este año nuevo y te entra algo así como una morriña que te hace pensar en todo lo tóxico del año anterior; algo que tú aderezas con el propósito de estudiar un idioma, de dejar de fumar, de perder algún kilo, o de desterrar de tu vida a la gente tóxica y sus modales -o sus indiferencias insultantes- y todas esas cosas... De repente, te colocas el mp3 y, mientras suena People help the people de Birdy, sales a la calle. Llueve, pero la gente corre y sonríe con la sonrisa del año nuevo, con la impedimenta de las apariencias; algunas caras te son conocidas, otras de nada: es igual, mientras el piano de de la canción arrecia, tu paso va firme e ignoras a gente que te resulta tan fría como las gotas de lluvia sobre tu rostro... "People", repite la solista y tú sólo tienes sonidos y palabras y versos y relatos y recuerdos para algunos nombres, el acierto que cubre tu camino: esa gente que en el momento oportuno sabe hacerte llegar el calor de una palabra -unicamente una, la que necesitas-. Y, entonces, tú también te das cuenta de que tienes pendiente algo para el año nuevo: dedicar más tiempo, con detenimiento, a esos nombres que penden de tu recuerdo y que aquello que te resulte tóxico se vaya con el antibiótico que estás tomando para la faringitis... "People" es plural, cubriendo la misma distancia entre dos personas que se acercan y, en ese trayecto, sobran las que creen ser el ombligo del mundo, como escribió hace cien años Pérez de Ayala.