24 de septiembre de 2019

The sound of silence

Cuando llegué al lugar ella estaba fumando, ensimismada frente a un café. No sé si me esperaba o se trató de alguna de esas inercias que nos hacen necesariamente monótonos, como la necesidad de repetir momentos. Comentó algo, asentí y cuando tuve la ocasión de decir algo y de cambiarlo todo, callé, no sé por qué. Alguna vez he leído que los silencios ya dicen algo por sí mismos, pero no lo voy a definir filosóficamente. Hace un tiempo el periódico traía una vieja historia de 1914, cuando un muchacho anclado en el frente envió una carta a la mujer que lo esperaba tras la batalla; la carta se perdió por mil vericuetos y al cabo de varias decenas de décadas un señor del Servicio Postal entregó finalmente la carta a la ya no tan joven muchacha: en su nueva vida, ¿qué cara y qué cuerpo le quedaría al ver que el que nunca dijo nada simplemente es que había muerto en guerra? Tengo para mí que las palabras, a veces, para qué... sin embargo, el silencio siempre dice algo: o la mirada, quizás sea la mirada la que dice aquello que los labios nunca. 

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