7 de noviembre de 2010

Detesto, protesto...


El otro día se podía uno ganar varios números del Periódico Irreverentes expresando en un lugar de Facebook a quien se odia y el por qué. La cosa sería mucho más seria si uno se enfrentara contra otra persona, de tal modo que acumulara animadversión contra alguien a quien lo mejor que se le puede aplicar es indiferencia. No obstante, participé con varias reflexiones: “y es que odio la telebasura y me repatea la ‘princesa esa del pueblo’, que me provoca tanto repelús como los novios de las chonis poligoneras, esos tipos del tres al cuarto con tubo de escape tuneado al máximo para no dejar dormir a los vecinos honorables”. “Detesto que el puñetero Correcaminos no le dé un día de exquisito y abundante banquete al Coyote, que se merece ya zampárselo y que pasemos página”. “Me da pavor que los tertulianos sepan de todo y hablen al mismo tiempo: si dejaran un poco de sus energías para contribuir a sacarnos de apuros estaríamos mejor”. “Me repatea que tenga razón el que se pone más chulito, o grita más o se cree que las siete estupideces que dice son el abc de cualquier tema”. “Y odio, odio... el mal gusto, que nuestros aliados sean siempre los más feos y odio que la gente diga que no tiene tiempo en lugar de decir que no le da la gana”.

Igual estas cosas en Custer, Dakota del Sur (en la imagen), no pasan.

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