6 de julio de 2010

Un encuentro


Ayer (creo que estando despierto) se me presentó en la cola del Banco el alma de Susana, invitándome a no sé cuantas cosas que, realmente, creo que no haré, no por falta de estímulo y difuminación entre la realidad y el deseo, sino porque podría perder la integridad. Hay mujeres evidentes, mujeres fantasma (como esa señorita que con tímida solvencia sirve el café de la tarde en el sitio de costumbre) y mujeres fatales. Lo peor de todo es el olvido...

Otra gente desaparece detrás del miedo...