29 de agosto de 2011

"Mi gran secreto"




"He leído uno de sus últimos cuentos y quiero hablar con usted", dice una voz con acento argentino que corresponde a una redactora de La Nación. "Bueno, verá, yo, como otros, soy sólo un aficionado, un principiante", digo bastante cortado, la verdad. "Mire, tengo referencias suyas por algunas poetas de Buenos Aires y por lo que usted ha publicado como crítico", insiste dentro de su papel como periodista. "¿Y qué quiere saber?", señalo ya un tanto turbado. "Verá, estoy de paso en Madrid y creo que será mejor que nos conozcamos personalmente", determina con cierta arrogancia.


Como uno nunca sabe en qué concluirá cada aventura de la vida, cité a la periodista argentina en el Hotel Wellington, en la calle Velázquez, ciertamente cerca de mi casa. Así podía impresionarla pagando un auténtico dineral, que entonces no tenía, por el café cinco estrellas del Hotel. Salvo los cuentos que escribo, la poesía se me atravesó hace tiempo y en el teatro tengo muchos trucos, pero para obras en un solo acto; de momento, claro. Mi última novela, La arrogante Maika, está simplemente apuntada y esa otra... bueno, esa otra ni siquiera ha nacido. Es sólo una etapa, lo sé, pero no hubiera querido defraudar a la reportera si...


En pleno mes de agosto la chica venía ataviada con una minifalda estupenda, algo más que obvio, por otra parte; una mujer morena, una morocha argentina realmente guapa. Se sienta y después de la típica cortesía sobre Buenos Aires y "yo quiero ir a La Mancha", "pues yo la invito, no faltaba más"; "pero bueno, Francisco, me tutea... dale"; "pues hecho, te tuteo, pero... ¿tu nombre?". Esas estupideces que se suelen adelantar antes de entrar en materia. Y como la mujer saca cámara, grabadora y cuaderno, yo pido un whisky sour que me calme los nervios, qué remedio, o eso o meto la pata porque francamente hace calor a finales de agosto en Madrid y la mujer abruma así, reportera de esas de antes, tipo The Whasington Post y eso.


-¿Es cierto que usted bebe para lograr los diálogos?

-Bueno, no; realmente bebo a veces con otras personas para luego recrear el lenguaje de quien habla de más.

-¿Y eso es realidad?

-Obviamente, es la pura realidad.

-Mujeres fatales, hombres fracasados... ¿qué más es real?

-La corrupción.

-¿Y esa Mamen?

-Un personaje complejo... cuarto y mitad.

-¿Cuarto y mitad?

-Cuarto de todo mitad de nada, un ejercicio, una tarea...

-¡Ah!, bueno... ¿Entonces una musa?

-Si una musa me busca me encontrará escribiendo, no la inventaré.

-¿Lo próximo?

-Un cuento en que un tipo se va a por tabaco.

-¿A dónde?

-No dude que si me pierdo será en Buenos Aires, o en Toledo, o en Boston. Lejos de ahora.


Durante la cena le adelanté que cuando vuelva a Argentina pienso organizar un evento que presida mi hermana Karina Sacerdote y al que acudan todos los bohemios de la ciudad, los antihéroes, las mujeres fatales y algún político. "¿Me llamarás?", dijo a continuación. "Por supuesto, al tercer whisky sour", le respondí.

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