25 de septiembre de 2011

"Esos oscuros años de dictadura"



Cuando vi aquella niña llorar mientras corría, en el puente, supe que uno no puede ser insensible ni al terror ni al ocaso de la civilización. De un lado del puente los nazis, del otro los comunistas soviéticos; y en mitad de Polonia, lo mejor de una sociedad que iba a sucumbir de manos de unos y de otros. Ya sabe que la ideología mete en la misma cama a cualquiera, por eso, por encima de la opinión está la independencia y por esta se lucha.


Estaba allí enviado por Arriba, cubriendo la ocupación nazi de Polonia; pero cuando acudí al puente sentí una espeluznante desolación. Estudiantes, niños, ancianos, mujeres, militares derrotados; todos, todos andaban allí, heridos de muerte, con el orgullo escondido. Los nazis me dieron miedo siempre, con esa superioridad que acabó por fin en abril de 1945; los rusos, esa chusma estalinista que dominó media Europa durante setenta años: aquellos cabrones que surtieron al continente europeo de miedo y de muerte, aquella gentuza que quitó de enmedio a una generación de gentes que no hábían hecho nada; aquellas botas negras que destrozaron la vida de tantos y tantos jóvenes.


Se acabó aunque algunos fantasmas de hoy sigan fieles -y les rían la gracia- a los criminales que asesinaron a tanto europeos, gente que amó, que sintió, que lloró, que rió, que era exactamente igual a mí, un reportero del Arriba que había ido a cubrir una noticia. Miles de ojos llenos de terror, mujeres corriendo; aquella dama que preguntaba por su marido, un comerciante de Varsovia. La niña aferrada al cinturón de su madre... Y de fondo el terror, los fusiles de los soldados. Lo peor de la Historia.


Ahora que ha pasado el tiempo recuerdo la promesa que me hice entonces a mí mismo: ningún político, ninguna ideología, merece la pena si de antemano no respeta al otro. Yo sólo creo en las personas, sobre todo en los jóvenes que como aquella niña tienen toda la vida por delante.

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