8 de noviembre de 2011

"Antes que el diablo sepa que has muerto"



Lo dijo Jack el otro día: “procura hacer todo el bien que puedas antes de que te visite el demonio”. Eso, así, en un bar del Medio Oeste, huyendo de la policía y sin rumbo acertado, te hace pensar; reflexionas de golpe sobre todo aquello que dejas detrás, en California. Pedí otro bourbon y seguí escuchando.

“Mi hija no me ha visto desde el 74. Fue la última vez que las visité en Palm Springs aunque más tarde se han mudado varias veces”, decía inexpresivo mientras sorbía un brebaje que haría estremecer los cimientos del Chrysler Building. “Las espío siempre que puedo, aunque la temporada que vivieron en Nueva York salí por piernas delante de la policía metropolitana”, añadía, ignorando mi presencia. Le servía de terapia.

“Se ha casado, tiene hijos, se graduó… todo lo que hace una joven como ella y yo no estaba allí; yo, amigo, soy un delincuente, un ladrón de bancos venido a menos; una suerte de gilipollas que no sirve para nada”, continuaba explicando. Yo sabía que era su interlocutor, pero él no pensaba en mí, era su interior el que hablaba…

“Déjalo, Mike, déjalo. Coge la vida ahora, búscate una chica, un trabajo, una casa; ten hijos… Antes que el diablo sepa que has muerto”.

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