21 de enero de 2013

"La pija de la recepción oficial"


Todas esa fiestas de la alta sociedad están llenas de lugares comunes y de falsedades cubiertas con Channel nº 5. Aquella noche en el Hotel reservado para la fiesta me lo pareció; en aquella insólita recepción de la ONU. Nos habían invitado a los plumillas novatos de The Boston Globe y el director me lo dijo, claro, "vete allí y entérate de todo, especialmente de lo que no se ve". ¿Una mirada, un gesto sospechoso, una frase entre líneas? Ese mundo dominado por diplomáticos que no lo son, por embajadores de sistemas poco impecables, algunos ex agentes secretos metidos a guardaespaldas, todo ello. La famosa mujer que todos querían conocer; la dama de quien se decía que hacía caer gobiernos y que frustraba contratos de una gran empresa... Allí. Taconazos, sonrisa enlatada, inglés académico -aunque se decía que era sueca, quién sabe-. "¡Ah!, el periodista español de The Boston Globe", me dijo al estrecharme la mano y empaquetarme dos sonoros besos: "como en su país", dijo. Michelis, el de The New York Times fue tajante: "diez de los grandes si le sacas algo o te la llevas de juerga". Y uno que es racial, como buen latino: "¡Que no!, ya verás mañana...". Después de tres locales y un hotel de primera en la mejor zona de Nueva York, llegó la mañana. Bajamos al restaurante y me miró fíjamente: "Me quedo con tu reloj, de recuerdo; trofeo de caza", me sonrió con su mejor estilo británico. "Dile a tus amigos que no pudiste conmigo", sonrió cuando tomaba el taxi. Y uno, que es de La Mancha, mientras tomaba el segundo café en el Starbucks de enfrente, sonrió, pleno de satisfacción: tenía en mis manos su móvil y su pasaporte. A los insonmes nos da tiempo a todo a lo largo de una noche.

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