5 de abril de 2013

"Perder el contacto"


Es fácil: un día haces la maleta y te vas, así de sencillo. Primero el contacto es más habitual y sobre todo en el siglo XXI con las nuevas tecnologías; más adelante te vas afianzando en el nuevo destino -donde quiera que estés- y lo que queda atrás, sea lo que sea y quien sea, se va haciendo poco a poco más borroso, más distante, más lejano. El espacio entre una visita o una quedada y otra es más amplio; bien es cierto que ahora, a pesar de tanto whatsaap y tanto skype y tanta zarandaja, quedar es super-complejo y más si eres un habitante de una gran ciudad. Pasa el tiempo, dos, dos años y medio, tres años, pongamos por caso... y las cicatrices se borran, se disipan antiguas conversaciones, se olvidan caras con sus sonrisas y sus habituales gestos... Olvidas amores de entonces: los habidos, los empezados y los que no fueron nunca. Hasta que un día te das cuenta que, aunque el mundo es una puta mierda, en donde estás tienes más que en donde estuviste. Así que no te queda más remedio que bajar a la calle, entrar en el bar de todos los días y pedir el mismo café amargo de siempre mientras hablas con la misma persona de todos los días. Carpe diem.

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