16 de diciembre de 2013

"Amores de barra"


Mientras proteges tu garganta del frío intenso, la otra gente habla de un pasado de ayer mismo. Salen temas en los que introduces la cuchara de tu opinión, corta y nada intensa, a veces y a desgana. Es la frustración de la enfermedad leve que traen los fríos; pero, alguien comienza a explicar una ruptura y se alarga lo indecible en metáforas, adjetivos, indiscreciones y hasta algún taco, a modo de adjetivo calificativo para el otro o la otra -qué más da llamar que salir a abrir-. Callas, te miran; así, como a un bicho raro: "no, no; yo jamás he dejado a nadie", dices. Sonrisas de "anda ya" y demás posturas de incredulidad. "A mí me han dejado siempre", añades; ya, en ese punto que es casi como una petición de perdón. Tampoco esos son temas de barra de bar, sigues creyendo; tampoco esos son temas más que para los íntimos, te han dicho siempre; y, siendo tú, ni eso. Es en ese punto cuando todo el mundo habla de lo que se mejora, de lo que se pierde; de los pros y de los contras de cada momento de la vida y de cuánto una persona o dos o cinco pueden andarte el camino hacia un lado o hacia otro. Historias, en definitiva, que no hay que profundizar. "Oye, ¿y tú qué hiciste en ese instante?" Te quedaste frío porque otros decían haber llorado; semanas sin salir de casa; frustración porque no se realizó el viaje previsto; el piso que se queda sin comprar; la boda -quizás- que se suspende o no llega a plantearse... Tú piensas que sigues siendo un inmaduro sentimental y la gente se sorprende porque tu respuesta es atípica: "Mira, yo tenía diecisiete años cuando el primer palo", dices, un poco harto del tema. "¡Anda! Yo con diecisiete quería ya irme a vivir a Murcia con mi chico y bla, bla, bla...", añade alguien. Sois cerca de diez. Entonces haces memoria de tus diecisiete... hace tiempo ya y ha llovido mucho. Como al vulgo hay que darle gusto, les dices la verdad: "Tenemos un serio problema; yo nunca he querido ser como la inmensa mayoría que ni siente ni padece". "¿Y eso que quiere decir?", te dice alguien presumiendo de mucha más madurez que tú por sus rupturas declaradas al público. "Pues que el futuro no se escribe en el pasado; a mí no me importa ya una mierda lo del Instituto, porque lo mejor será ahora o está por venir seguro". Flipan. Protestan porque no te tomas en serio lo que preguntan. "No siento placer con el dolor de flagelarme, siento placer por y con otras cosas", añades y anudas más la bufanda, que hace frío y duele la garganta.

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