12 de diciembre de 2013

"Calor de apoyo"


Hay cosas que no aprendes estudiando; hay otras cosas, además, que no se te quedan aunque te las digan: aprendes tú (como yo he aprendido de la adversidad, como todos han aprendido de sus errores...). Lo bueno que tiene salir a la calle, perderse entre la multitud o entre la minoría; o hablar con las más ancianos es que, además, eso sí es aprender de la experiencia. Y ella, la amiga en la que piensas mientras esto escribes, lo que necesita es el calor del apoyo: que al llegar a casa, su esfuerzo diario se vea recompensado con el interés que muestra una pregunta; ella, además, la chica de quien hablas, merecía encontrar algunos días sobre la almohada una rosa, como compensación por el peso de su casa; ella, la muchacha hermosa de quien escribes, merecía de vez en cuando el beso que le dé calor a los momentos duros de su infancia o de su adolescencia; ella, en fin, lo que necesita es sentir (con una mirada, con una sonrisa, con un guiño y... hasta con un whatsaap en mitad del día o de la noche)... Pero ese pasado no es un pasado absoluto; ese pasado es la fuerza de un presente que se le viene encima. Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana, aunque sea la del baño (como te dijo un día Alexandra y os partisteis los dos por tan señalada estancia de la casa). Nada será igual, seguro... lo cual, necesariamente, le será bueno.

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