9 de diciembre de 2013

"Huir"


La mañana ha nacido muy pronto y tú te has levantado con la necesidad de un café fuerte mientras te ronda por la cabeza algún verbo irregular en inglés; es entonces cuando te lanzas a salir a la calle, pese al frío. Una nueva semana en la que has decidido que todo sea distinto: total el tiempo va a pasar y a pesar exactamente igual. Por muchas promesas vanas que te hayas hecho a ti mismo para no hacer caso de nada ni de nadie, es muy difícil que tú te abstraigas siempre de la realidad. Hubo alguien una vez que te dijo que lo habías sorprendido: "creí que eras un niño pijo insoportable y has sido el mejor jefe que he tenido nunca, te pido perdón", te espetó una noche de sinceridad, con una copa en la mano. Ves al fondo a la chica de algunas otras veces -que no sabes exactamente los años que debe tener pero que ronda los treinta-. Es tímida y, pese a que no la conoces de nada, siempre que te ve saluda. Lleva algunos libros en su mano, pero no ha ido a clase, porque está ahí sentada, con cara de problema gordo. Tú, que siempre te sientes pequeño frente a una chica y que siempre (últimamente) has tardado en confiar en ellas -a cuenta, bien es cierto, del daño que te hicieron que no fue poco-, le hablas cuando ella se sienta junto a ti en la cafetería. Ha entrado con la necesidad de decir algo: "Necesito pedirte una consejo", te dice inmediatamente. "¿A mí? Si no nos conocemos...", le has respondido. "Tú a mi no, pero yo a ti sí: estás en Internet y te he visto muchas veces en el periódico", dice mientras empieza a tomar su café con leche humeante. Flipas. "Pues... ¿tú dirás?", aciertas a balbucear. "Necesito salir de aquí, perder de vista a mis padres, al imbécil de mi novio y al... de mi ex también; necesito irme de aquí, al menos durante un tiempo", comienza a decir, pidiendo que no la interrumpas, por si se le olvida lo que va a decir. "Tú has vivido en otros sitios y habrás conocido a otra gente interesante, ¿dónde irías?", insiste. Coges un papel y un boli y anotas un par de cosas (Buenos Aires y  nombres a los que recurrir); ella te mira después con ojos de sorpresa: "es un buen sitio para encontrase a uno mismo", le dices. Tú, sin embargo, te irías más al Norte, para huir de cuanto sientes.

No hay comentarios: