6 de octubre de 2014

Sobre la mujer... trabajadora

Me quedé helado, sencillamente. En mitad del Telediario apareció una señora analizando la situación económica y se despachó con una frase para los anales: "Prefiero a una mujer después de los 45 o antes de los 25 porque, por el medio, ¿qué hacemos con el problema?" Además de que se dice 'por en medio', nos salió con que una mujer que quiera trabajar y tener un hijo pues, como que no, que en España eso no es así. Este asunto no sería más que un chiste o la impresión de alguien -libre impresión, pero ilegal- de no ser porque es una práctica que en algunos sitios es frecuente: podría citar dos casos consumados. Pero... me molestó más todavía cómo fue destejiendo su pensamiento filosófico, porque, como toda norma, tiene sus claúsulas: la buena señora dijo algo así como que "a no ser que se case con un hombre al que le gusten los niños o sea funcionario", situaciones ambas con las que me identifico.

Pienso en alguien con 36 años, por ejemplo. Después de lo chungo que está situarse laboralmente en España -se sea trabajadora de la pública o de la empresa privada-, trazarse un plan de vida con alguien y tener un hijo no se puede porque, ahora, como medida contra la crisis está que una mujer se dedique a la empresa en cuerpo y alma: la vida privada para después de los 65 y de tener hijos nada. Es el pensamiento de alguna gente de este país, de la estirpe que dedicó preciosas tarjetas de crédito opacas a los caraduras de sus directivos y tuvimos que ser los españoles los que tapamos los agujeros, incluidas las mujeres que pueden tener hijos entre los 25 y 45. Así nos va. Hay otra cosa que me repatea un poco: cuando yo escribo -u otros-, a veces lo escrito tiene efectos secundarios; ahora, a raíz de esto, con una simple disculpa y la absurda gilipollez de "se han malinterpretado mis palabras" se intenta arreglar. 
 
A mí me parece estupendo que se tenga un trabajo, un sueldo por razón del puesto y permisos de maternidad; no sólo porque me gusten la igualdad y los niños, sino porque es lo normal. Pero aún hay unos cuantos que no piensan así y hacen ruido y, por ello, voy a terminar con algo que expliqué a la poeta sevillana Belén Olavarría, que es economista: una empresa se pone como objetivo ganar 100; es decir, obtener un 100% de beneficio. Se cierra el ejercicio y sólo ha obtenido el 50%: en Estados Unidos los directivos dirían que han obtenido sólo el 50% de beneficios e invertirían un 25% en intentar mejorar para el ejercicio siguiente; en España, algunos dirían que han perdido un 50% y arreglan el balance despidiendo a todos aquellos trabajadores cuya sueldo global suma el 50% que ellos consideran que han dejado de ingresar. Al ministro de Economía se le revuelve el estómago por lo de las tarjetas, yo lo tengo revuelto de sólo ver el Telediario.

2 comentarios:

Belén dijo...

Me sorprendieron tus conocimientos de economía!Y me encanta que trates temas que hoy en día afectan, por desgracia, a tantas personas. Enhorabuena por tu blog ;)

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Gracias Belén. Sólo es sentido común, nada más.