10 de julio de 2015

Buscando tu nombre

No sé si es el final de una etapa, el calor del verano o que uno toma decisiones al cabo de mucho tiempo, pero quizás fue entonces cuando decidí que esto debía tomar un giro: o le pongo nombre a la Musa o le pongo un anuncio... quizás tuvo algo que ver el café del Starbucks, o la sonrisa matinal de Maya; pudo pesar el esmero de Alicia en preguntar por su filólogo de al lado o la timidez de Elena... A veces cortamos un hilo porque al lado te sueltan una bordería, o pasan de responderte una señal de humo: igual inviertes demasiado tiempo en personajes de ficción que no dan para una novela y no te das cuenta de que ahí, justo al lado, en lo verosímil, hay algo que te dice y tú te empeñas en escrbir poemas a quien no debes. Reconozco que nuesta vida es una búsqueda, intentar ubicarse y más si quieres escribir algo decente. Cada mañana vas a un Starbucks con tu mp3 y vas pensando en qué escribir y ahí, la multitud, lleva cara de sueño, de miedo, de desarmor, de celos, de haber perdido la pasión, o de haber cortado... de un 'no me cuentes tu vida' o un 'atento a mí, pero sin esperar que yo te dedique a tí ni un segundo'. Qué sé yo, esas cosas que uno pensó que pasaban en la adolescencia o en las novelas y que resulta que son la realidad, la puta realidad. Y encima este calor de mierda. Así como que te cabreas y entonces ves cómo Maya, por ejemplo, llega sonriendo, saludando al auditorio (como en el teatro), tarde -dice ella- como la gente importante; o salta otro mensaje de Alicia, de Belén, o de Pilar, o de Paula... Nunca presumas que es de quien esperas, porque nunca llega: la sorpresa mola más, confieso; y te das cuenta de que, después de todo, siempre hay gente que da para protagonista de novela, tenga o no ojos de mujer fatal. También puede ser un mensaje de Víctor, diciendo que en breve lo vamos a celebrar: lo que sea, como sea y en donde sea... pero esa es otra historia paralela. Digresión, le llaman los filólogos... pero eso queda para la novela de detectives.

2 comentarios:

Mercedes Campos dijo...

Pues sí, lo mismo es el calor, porque yo también ando pensando que hay personajes de ficción que no dan para más que un cuento y queremos escribir sobre ellos, y con ellos, una novela. El calor, el hastío, que se le quitan las ganas a una de seguir creyendo en lo increíble. En eso que te dicen que existe y que no logras ver en nadie. La sinceridad, la pasión, la aceptación, el todo. Añoras lo que jamás has tenido: ser libre de ser como eres con alguien que no se te vaya, que no se te asuste al verte entera. Y que se muestre también, demonios incluidos. Siempre siendo incompleta, fingiendo ser quien no eres en realidad, porque si lo eres del todo...

Sí, el verano debe de ser...

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Gran reflexión, mil gracias.