26 de septiembre de 2015

Una chica en el café y otras miradas...


Atardecía en Madrid y en un café del barrio de Salamanca, desierto a esa hora, había una joven estudiando: la única clienta del local. Yo iba hacia el Retiro pensando en la chica que, todas las tardes de Guadalajara, me sonríe mientras me pone un café y me pregunta cómo me han ido las clases del día; esa misma chica que, mientras yo le comento algo, es capaz de hacer mil cosas a la vez y escucharme sonriente. Iba, igualmente, pensando en el silencio de alguna gente: extremeña en La Mancha, gallega en Andalucía, otra gallega en Canadá, gente de mi pueblo... cuando recordé los tiempos en que iba a la Biblioteca, únicamente por ver a las chicas que allí estudiaban y que, después, hacían un descanso para tomar un café. Apenas me concentraba, pero me daba tiempo a escribirles algunos poemas o leer algunos artículos complementarios al tema que tocase. El caso es que, cuando miré hacia esa cafetería, pensé en lo difícil y complejo que debe ser concentrarse en un bar, con sus ruidos, sus conversaciones, su ambiente... una cosa es que la chica que te ve todas las tardes tenga un hueco para hablarte y otra estudiar la vida y obra y milagros de Lope de Vega, por ejemplo. Y, sin embargo, literatura, inspiración y bares son parte de una misma historia. 

No hay comentarios: