19 de diciembre de 2015

Mar de dudas

Hay momentos en que la realidad y el deseo desaparecen; en que uno, esté donde esté, quiere que las cosas cambien. Caminas un día tú solo y te das cuenta de la monotonía, lo redondo, lo plano... pides que otras personas cedan, pero no lo hacen. Y tú; tú, francamente, te cansas de ser el primero que envía siempre señales de humo, el que pone el inicio de todo... te paras a pensar y dices... "joder, yo también quiero que me llamen". Es un ejemplo, nada concreto. Te ves peinando canas, cometiendo los mismos errores de siempre, deduciendo mal... Metiendo la pata, vaya. Y, a veces, mientras te pierdes en esos mares de dudas, la genialidad, la locura, la frescura, la metedura de pata, la sonrisa, la mirada, el eco, el suspiro, la carcajada, el momentazo de risa, la belleza, el beso, la tontería, el ánimo, el cariño, la espontaneidad, el mundo, la vida, la risa, el llanto, el grito, la chuche, el boli, el folio, el móvil, la foto, la inocencia, el frío, el calor... todo... está en otro sitio al que el mar de dudas no te permite mirar. Sólo que como lo sabes, al final cambias... y miras.

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