27 de agosto de 2017

Por encima del hombro

En todos sitios, imagino, hay gente así; bueno, gentecilla; es más, gent... La estirpe esa de la persona altiva -chulitos o chuleras de toda la vida- que mira por encima del hombro, de la que siempre te preguntas tú cuál será el mérito que se atribuye para ser así; porque mirar por encima del hombro es una forma de vida. Cuando se sale por ahí lo ves claro: siempre hay alguien que, en su fuero interno, establece cómo es otra persona: las perras que tiene en el banco y, obviamente, influida -o influido- por los dioses del Olimpo establece también los cánones de belleza; digo yo que esto es el efecto secundario de la posverdad, el hipsterismo, la televisión basura y el populismo rampante. Vaya, que toda esa gente que clasifica, estratifica, separa o, simplemente, mira por encima del hombro nunca son científicos, premios nobel, deportistas de élite... no, no, suele ser el mundo choni, el colectivo ni-ni, la pandilla de los tontos del pueblo -o del barrio de la ciudad, según-, etc. Es más, me paro a poner ejemplos y hay que ser muy valiente -o valienta, ahora que se dice así en la tele- para ir de listo suspendiendo todo, de pija sin un duro y de guaperas.... uf, mejor no seguir por ahí. Gente que, normalmente, toca mucho las narices, sobre todo a la gente de la secundaria, en esa edad tan moldeable. Ahora bien, me entra cargo de conciencia y pienso que igual que hay cardos borriqueros en las cunetas, contendores en las calles con su dosis de pestuza, polvo en el desierto y nieve en el Ártico, tiene que haber gente que disfruta creyéndose Zeus en una terraza de café. ¡También yo!

2 comentarios:

victoriafol dijo...

😂😂😂 si así son felices allá ellos/as,para mí personalmente es como si no existieran. No hay nada peor para ellos 😉💋💋

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Totalmente de acuerdo... ;-)