24 de marzo de 2020

Diario en cuarentena (II)

Mientras la cosa se pone seria, la vida sigue. El silencio se impone en las calles y la gente que hace recados va rauda, sin mirarse, a más de dos o tres metros del otro; quizás un saludo rápido, de circunstancias: probablemente un 'hola' y un 'adiós' como nunca antes. La vida sigue, sí, impasible. Te sientas a escuchar a Alexia (la italiana, no la artificial) y ves el correo electrónico de una antigua alumna, preguntando cómo te va; una amiga te dice que su hermana está recluida; otra, que está haciendo un curso de fotografía online; los estudiantes intercambian correos con trabajos, siempre que el sistema no caiga; y a las ocho la gente sale al balcón a aplaudir bajo los compases del Resistiré, de El Dúo Dinámico. En las redes la gente hace cadenas de fotos atrasadas o de canciones con mensaje positivo; las pelis de la tele son tan malísimas como siempre antes; el tiempo está lluvioso -según el último parte- y Los Alcázares se han inundado por quinta vez en siete meses, lo que nos faltaba para el duro. También hay quien se dedica a actualizar su estado de whatsapp cada cinco minutos, o su foto de perfil: estoy descubriendo gente hermosa a tutiplén, sino que se lo digan a Noelia, a Alba o a Carmen. Lo bueno de quedarse en casa, con el tiempo por delante, es que uno se puede dedicar a los pequeños detalles, a la vida en pequeñas cosas... o en pequeñas dosis. 

 Modelo: @freckledteacher

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