12 de febrero de 2011

Mirada perdida


Es preciso establecer, como fondo de escritorio, la sinrazón. No dar pábulo ni al sueño ni al correveidile de turno. Tampoco es necesario el ingrediente de la esperanza, sólo la acción. Y si te miro y no dices nada y si no te entiendo y si no sé transmitirte nada ni siquiera lo que siento, o peor aún, lo que soy, no es porque no esté vivo, sino porque ya no estoy.

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