6 de febrero de 2011

"Poseía (2005-2010)": la fascinación por el vacío


Poseía (2005-2010): la fascinación por el vacíoPor Sophie Canal*
Detestaba la palabra “poesía”.
Pero esa mañanita de primavera regresaba cansada de Santiago de Chile y todo volvió a cambiar con una frase de Martin Heidegger, pronunciada por mi amigo Víctor, de todo corazón, y como de bienvenida, en la puerta de mi casa limeña: “Es posible y a veces incluso necesario, un diálogo entre pensamiento y poesía”.
Aunque mucho tiempo después Víctor me contara que, al final, todo su libro se podía resumir a aquella frase, mi estado de ánimo del momento necesitaba de un título alumbrador para que la mañana se vuelva realmente prometedora. La entrega de Víctor al día siguiente de su elegante libro de portada rosada cumplió: encima navegaba un título-barco, “Poseía”.
“Título-barco” porque parecía anunciar la posibilidad de un nuevo viaje, abriendo otro camino entre dos continentes ancestralmente opuestos e irreconciliables, como lo ha planteado toda la filosofía occidental desde los griegos, entre los dioses Apolo y Dionisos, entre el demonio de la poesía y el de la razón, entre el reino de la posesión y el del poseer, entre ser y tener; ida y vuelta ofrecía ese título-barco, sin parar, quizás, ¿por qué no?, con compañía y fines de lucro. Todo con un cambio de letra. ¡Buen publicista!, pensé. Y decidí subir al barco nuevamente.
Sin embargo, esto no es todo. Una vez definido el espacio, al título-barco se le imponía un territorio de tiempo: (2005-2010). Ah, entonces el viaje del cual se iba a tratar allí, ya había terminado, y al comandante del barco se le iba a poder imaginar fumando tranquilo en su balcón y observándome a lo lejos, empezando a soñar con la conquista de su descubrimiento, mientras luchaba el lector para entenderlo. Buen augurio. Él estaba tranquilo por dos razones sutilmente anunciadas desde el fanón de su embarcación: “Ya no poseo nada, me libré de tener”, y también “Encontré una nueva forma de ser, cancelando el lenguaje gracias a la inversión de la palabra”: ¡poseía! Bandera pirata por excelencia. La aventura prometía ser picante.
¿Carné de viaje entonces, capitán Coral?
Al igual que Marco Polo, Magelán, Colón, hasta el Che o el mismo Heidegger en “Les chemins qui ne mènent nulle part”, los 31 textos enganchados como botines por la ligadura “&”, abren 31 ríos que se difunden en el océano inexplorado de lo no pensado. El que escribe describe, contabiliza, clasifica, hace listas, pinta, define el contorno de las ideas que menos tenemos en nuestra posesión: las desconocidas, las de la no existencia, las de la ausencia; al final, intenta dibujar el mapa de un territorio salvaje, haciéndolo decible, oíble.
Y, ¿cómo lo logró usted, capitaine Coral? ¿Cómo hablar de la ausencia si la ausencia, injustamente, no existe? Allí viene el método, la mejor arma del pirata: la contradicción asumida entre razón y corazón. El que habla trata de no razonar, y el que razona no habla, prefiere las anécdotas, las lecciones, “el logos espermatikos”, los colores, las formas, las variaciones musicales acerca de Stockhausen, el mantra, “sonido de la mente del poeta silenciado”. El que habla calla, dejando hablar la ausencia en su única manera: “callando a lo existente (incluido a sí misma); y no es todo…”. Porque “Las palabras ocultan las cosas”, “el verbo no soporta tantas palabras”, entonces en los tres puntos parece residir todo lo que no se puede (¿debe?) hablar: en lo indecible está la esencia de las cosas, la palabra del poeta.
Por ahí me cayó lo metafísico encima, pero como recompensa. En la energía (y no la tradición) a penas oculta de la voz nietzscheana, en la alegría de las contradicciones, el poeta se vuelve funámbulo y camina con equilibrio sobre la cuerda de una verdad substancial, una esencia purificadora que genera humo desde su abismo profundo: callar para que aparezca el verdadero habla; faltar para que surja la presencia y lo permanente; olvidar para que renazca lo realmente memorable, interesarse en el no ver para que se revele “un ojo que mira detrás de la ausencia”.
A veces, y como todo buen aventurero, hay que estar listo para enfrentarse con lo terrorífico. Por eso los verdaderos viajes demoran tanto. Por las amenazas de la pérdida del equilibrio y de la fascinación hacía el vacío. Allí, el capitán se disfraza de Ulises y canta sus combates contra los peores enemigos, como cuando consiguió pasar entre Charybde y Scylla. Él advierte: los grandes monstruos no son los que pensamos. A veces, lo peor no es la muerte o la desaparición de las cosas, sino los seres y las cosas cuando “vuelven a su estado natural”. A veces, “lo contrario de la presencia no es la ausencia, sino la medianía del habla”.
¿Entonces, podrá la filosofía sobrevivir a la perdida de la Razón como medio y objeto de su pensamiento, y podrá la poesía despertarse y dejar de roncar, luego del interminable sueño de la ego manía?
“Poseía” cuenta y contesta todo con su título y su frase de epígrafe, pareciéndose a estos mantras que por la puerta dejan entrar el techo: “una nada tan sólida como un barril de kilitos”, lo dice “lgv”, el poeta cubano Lorenzo García Vega en “Mantras de Stockhausen”, quien actúa de copiloto fantasma en la embarcación, a lo largo del viaje.
“El mantra es la campana que repica en el silencio donde no hay campanas”, y hace que estos versos logren pensar lo poético y poetizar lo pensable.
Así que, gracias al capitán Coral estuve viajando de nuevo llegando a mi puerto, ese tipo de viajes que nunca terminan por que han elegido la forma que más conviene a su imposible destino: el círculo virtuoso.
Lima, enero del 2011

(Victor Coral (Lima, 1962) Estudió Ciencias Administrativas y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1998 fundó la revista literaria Ajos & Zafiros. Ha publicado los poemarios Luz de limbo (2001), Cielo estrellado (Santo Oficio, 2004) y Parabellum (2008), y las novelas Rito de paso (Norma, 2006) y Migraciones (2009). Ha hecho crítica literaria y periodismo cultural en los diarios La República y El Comercio. Ha publicado poemas, artículos y ensayos en Letras Libres, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Hueso Húmero, Periódico de Poesía (UNAM), Quehacer, Letras S5 y La Siega (Barcelona)).

(*Sophie Canal es filósofa, narradora y editora. Actualmente graba un disco con canciones en homenaje a sus amigos, junto con su esposo el músico y periodista Gabriel Gargurevich).

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