11 de junio de 2011

"El detective"


Todos tenemos un héroe, eso es innegable, o una heroína, que para el caso juega el mismo rol. Y tengo que reconocer que si me hice detective privado fue por culpa del teniente Colombo, de la policía de Los Ángeles. Sí, por aquella época, cuando ponían en la tele su serie, me la tragaba entero, hasta que un día decidí hacer un curso en el seno de la policía de Los Ángeles, impartido por el señor Colombo, y después abrir mi propia agencia. Al principio ya se sabe: cosas de cuernos, asuntos turbios entre socios, cosas de esas; hasta que un día salta tu caso y de ahí vas pasando de uno a otro hasta hacerte archifamoso, como yo, y sales en la tele y todo. Olvídate de Philip Marlowe, de Bernie Gunther, de Hércules Poirot y todos esos, incluido el teniente Colombo, claro. Yo, sólo yo, el que descubría la infidelidad de los maridos por la mancha de carmín en el cuello de la camisa o los desfalcos porque un empleado de banca se iba a Punta Cana de vacaciones después de tener un sueldo de ochocientos euros. ¿Qué cual es mi secreto?: "¡Ah, una cosa más, señor...".

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