9 de junio de 2011

"El candidato"




La república barataria de Castilandia del Norte se quedó sin presidente tras la dimisión de Porfirio Manuel Iamhere a mitad de mandato, quien había gobernado dos legislaturas consecutivas el país gozando de sendas mayorías relativas y no pudo afrontar la crisis de gobierno bajo su tercer mandato, ocasionada porque el Ministro de Baratijas y Azulejos había robado un tebeo en un mercadillo de la capital. Ahora, según la ley, había que abrir el proceso de selección de candidato presidencial introduciendo en el ordenador central del Ministerio de Informática y Propaganda Oficial los parámetros que se requiere para ser jefe de la nación. La Constitución de 1899, aún en vigor, propugna claramente un hombre recto -desde 1929 también puede ser una mujer, adelantándose así en mucho a otros países occidentales del Norte-, intachable e intocable. Algo difícil, pensaba el funcionario Arthur Idontknow, pues la mayoría de esos hombres estaban trabajando en cargos subalternos de la administración; eso sí, su ayudante, María Idaho, no cesaba de introducir los items para que, a posteriori, el código logarítmico sacase el candidato del Partido Impar y el del Partido Par. María tecleaba rápidamente, tal como había aprendido en su máster por la Universidad Internacional de Valdepinar de Castilandia del Sur, una institución creada en 2011 por un grupo de filántropos escindidos del Partido Pi y que preparaba a los mejores universitarios para cargos intermedios de la administración, quizás con la intención malsana de sacar del poder por la fuerza de los ordenadores al presidente Porfirio M. Iamhere -ahora dimitido e interino-. La hoja de word iba recogiendo los requisitos legales: "debe ser impoluto; hablar dos idiomas mínimo, sin contar el nacional; incorruptible -ni dinero ni sexo ni trajes ni subvenciones a sus hijos...-; frugal en la comida y en el ocio; debe ser licenciado o doctor y tener don de gentes; preferible haber leído más de cinco libros en su vida -sin contar los de la carrera y los de los cursos formativos- y estar casado; obligatorio profesar una religión sin fanatismo -pero participar así mismo en tertulias de ateos y agnósticos con total normalidad-; importante haber viajado por el mundo y tener criterio propio". Cuando María concluyó la tarea, secó el sudor que le perlaba la frente y comenzó a comer su sandwich mixto del mediodía. En doce minutos tendría dos candidatos óptimos. Arthur Idontknow no lo podía creer, era imposible en un país de cuarenta y cinco millones de habitantes como Castilandia del Norte; pidió de nuevo la hoja de word a María Idaho incrédulo; debía ser sin duda un error, un fatídico error de logarítimos o en la construcción del ordenador; algo imponderable que traería consecuencias funestas para la nación: "Número total de candidatos posibles: 0" (cero no es una cantidad razonable, pensó Arthur Idontknow).

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