20 de septiembre de 2011

En defensa de la Educación Pública



Defendemos la Educación Pública todos los que estamos comprometidos con la sociedad y con el futuro, a través de la transmisión del conocimiento, con el afán de hallar en nuestros jóvenes una generación con proyección de futuro. Y da la casualidad de que la inmensa mayoría de quienes estamos comprometidos con el futuro tenemos un amplio bagaje formativo e intelectual, adquirido en numerosísimos casos -la inmensa mayoría- en la Escuela Pública.


Cada mes necesitamos entre 40 y 50 millones de euros para pagar los salarios de los parlamentarios y ejecutivos autonómicos españoles; salarios que van a parar a políticos escasamente formados y carentes de entidad intelectual suficiente para dirigir nuestros asuntos. Ellos son, además, los que demonizan al profesor y menosprecian al interino, y lo hacen sabedores de que aunque haya crisis cobrarán tres veces más que un profesor funcionario interino a tiempo completo y cinco veces más que un profesor funcionario interino a tiempo parcial. Hablamos de profesores, que han de tener una titulación mínima, un curso de aptitud pedagógica y una oposición aprobada, frente a cargos públicos cuyo mérito está en ser fiel a un líder, sin exigencia alguna más.


Un profesor interino debe tener, como decía, una titulación mínima que lo capacite para impartir una determinada especialidad; un curso de aptitud pedagógica, obligatorio (y que en la actualidad es un máster de un año de duración más la práctica) y una oposición que consta de entre tres y cuatro pruebas. En Secundaria los temarios están alrededor de las 5.000 a 7.000 páginas y las pruebas prácticas (Programación Didáctica y Unidad Didáctica) deben acreditar una suficiencia docente que debe entender en metodología, programación, diversidad, evaluación, plan de lectura, legislación vigente, etc. Algo que, de hecho, demuestra que el profesor (interino o fijo) tiene una capacitación más que demostrada para pisar el aula. ¿Tienen todos los dirigentes educativos la capacitación suficiente para dirigir la enseñanza en nuestro país? ¿Trabajan los parlamentarios españoles más de 37,5 horas semanales?


Se ha demonizado últimamente al profesor hasta la saciedad en tertulias y columnas de prensa, en cartas al director y en programas de radio; lo cual critico porque el periodista ha de estar informado por encima de hacer méritos que les lleven a un determinado puesto después de lo que ocurra en las elecciones del 20-N. Se ha escrito, pues, que no vestimos adecuadamente (Sostres, en El Mundo), que no pasa nada porque no haya interinos (San Sebastián, también en El Mundo), que los interinos entran en el Cuerpo a dedo (Carta al Director en un diario que ahora no recuerdo -pero prometo buscarla-), etc. Todas esas absurdeces que retratan a la prensa y a la sociedad: mal le irá a un país que ataca a sus maestros.


Lo peor de todo quizás, después de tomar medidas políticas y puramente economicistas en el campo de la Eduación Pública (lo cual es un error, pues desde los últimos años sesenta ni la Dictadura llegó a tanto), es el tono, la falta de respeto a unos docentes que sabemos lo que ocurre, no necesitamos el pensamiento único de los partidos políticos para entender las cosas. No es de recibo que los dirigentes digan que sólo trabajamos 18 horas, no es de recibo que se nos mande callar y trabajar (como se hizo en julio en Madrid), no es de recibo que se nos compare con agresores y delicuentes, ni es de recibo que se nos diga que estamos politizados (¿Quién politiza al que se queda sin trabajo?). Se pueden hacer cosas, se puede explicar las cosas que se hacen, pero no se puede faltar al respeto.


Estoy convencido de que se deben producir dimisiones, en esto coincido con los líderes políticos, pero debe dimitir quien no entienda de Educación (y no son los profesores, que son quienes la construyen diariamente) y quien no sea capaz de escuchar a la comunidad educativa: da la casualidad de que serían dimisionarios todos los dirigentes educativos. El que solo ve votos en el horizonte haría bien en irse ya a su casa y dejar paso a quienes crean en España defendiendo la Educación Pública.


No hay derecho a que se invierta más en gasto político que en Educación. Primero está el futuro de los jóvenes, que es el de España, y después todo lo demás.


Si tengo que elegir, lo tengo claro: estoy firmemente al lado de los profesores y de la Enseñanza Pública.

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