17 de enero de 2012

"Otra despedida"



Las cosas cambian. Uno vive inmerso en una monotonía de las cosas: esas llamadas intemporales, los sms robados al alma, la caricia de una palabra, el honor de una sonrisa; un beso y un café. (Todo eso que nunca te fue valorado ni correspondido, recuerda hoy). Hasta que las cosas empiezan a ser distintas y distintivas: dice mi amigo el poeta Luis Alberto de Cuenca que “el premio del engaño es el olvido”, en uno de esos versos suyos tan urbanos, tan hispanos, tan cargados de mayor razón que un Santo. Para abrir las ventanas y airear mi corazón y mis sueños he de cerrar las puertas, no vaya a ser que la corriente me invite a un constipado más alto que otro antiguo. Cuando uno se desprende de una costumbre primero se siente extraño, luego deprimido, pero el tercer día empieza el tiempo, implacable, y el olvido, insensato, a hablar. Y nace una vida nueva. Ya lo dije: “año nuevo, vida nueva”. Las cosas hubieran podido ser de otro modo, la vida encauzarse en otros caminos. Pero nada más, las cosas son así y uno, además, aplica el juego que ha marcado la otra parte. No, ya no siento la necesidad de hablar contigo, de saber de ti, de verte; no. Quizás hubo algún día un atisbo de pasión, sí, o de amor (no lo sé), pero todo eso es ya una anécdota, Historia: yo sencillamente me he adaptado a ti. Y cuando me suba al autobús, desde Boston a Hanover, New Hampshire, no miraré hacia atrás. No me interesa, ya, lo que dejo; no lo sé.

1 comentario:

encarnisabina dijo...

Me gusta mucho!!!