9 de julio de 2013

"Su silencio"


Jugábamos al mus (corrido y sin señas, que la resaca no atisba seña alguna) y hablé de su silencio, de tal modo que el anciano que hacía de mi pareja me dijo: "eso es como el silencio administrativo ese, el que calla otorga". Pero no estuve de acuerdo. Cuando uno espera algo de alguien, el silencio no es señal de nada, en todo caso de indiferencia, pero de nada más. "Se hará la interesante", señaló otro jugador, mientras daba unas cartas que me facilitaban un órdago a la chica -'menuda indirecta', pensé-. "No, yo creo que el silencio, en cualquier circunstancia, no es más que mala señal; vaya, que es como decirte no te contesto ni te llamo ni esperes nada de mí porque no quiero nada de ti", reflexioné. "Chico, las mujeres tienen la elegancia, a la par que virtud, de saber esperar lo que tú crees indiferencia", propuso mi pareja de mus. Me tocó lanzar el órdago; perdí... "Anda, anda, desafortunado en el juego...", bromeó el cuarto en cuestión, que apenas había abierto la boca. "¿Entonces, amigos, su silencio...?", inquirí. "Mira, la mujer que no quiere saber nada de ti no se anda con rodeos, te coge el guasap ese y te lo dice sin pamplinas, ¿estás?", soltó uno de ellos -no recuerdo cuál- mientras encendía un pitillo. "No, no estoy en ello...", insistí. "Mira, tú deja... si tiene interés ya te lo dirá, no sufras, si no también lo dirá sin equívocos, descuida; así que juega... que te toca dar", arreó. No sé, no sé... ¡Su silencio...!

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