23 de octubre de 2015

Recuerdos


No recuerdo cuándo me convertí en el pato que tuvo que pagar siempre los platos rotos de otros; no caigo ahora en el momento en que me rodeé de incertidumbre y de silencios y de voces que me gritaban, sin tener en cuenta que yo, como los demás, tengo mi alma. En mi memoria se deslizan los días en que al otro lado de la conversación el yo era la palabra en torno a la cual giraba la otra historia, nunca la mía; tampoco me viene a la mente algún mensaje o palabra a destiempo pidiéndome decir cómo me siento yo... que, joder, a todos nos gusta que nos pregunten... Por mucha memoria que haga, sinceramente, no recuerdo haber sido un instante el centro de algo o para alguien, como tanta gente que suma una mayoría absoluta. Claro que nunca lo pretendí ni me quejo por haber escogido yo a la gente; simplemente me desahogo; lo digo como por decir, por dejarme claro a mí mismo que yo debo ser yo y cada cual tenga sus circunstancias... Ahora que... también dijo el Sabio que a ningún tonto le amarga un dulce. Pues eso... 

3 comentarios:

Arantzazu dijo...

Me identifico bastante. Muy bueno.

Mercedes Campos dijo...

... y dime, Francisco, ¿cómo estás? ;-)

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Bien :-) Gracias a las dos...