16 de abril de 2016

La chica del pasillo



He oído alguna vez que los detectives privados, además de fumar y de llevar gabardina, deben observar y observar. Yo, que no lo soy pero tengo ideas pendientes por escribir con la minuciosidad de un informe policial, tengo la misma manía. Cuando me cruzaba con ella tenía la costumbre de mirar hacia la parte del pasillo que ella habitaba, de tal modo que era inevitable saludarnos: fue así como me fijé en su sonrisa, en su forma de caminar, en la ropa que por costumbre vestía... Es como ir preparando el personaje para ser descrito con precisión galdosiana; fue después cuando hablé con ella, en persona y con esas inercias de hoy que se llaman whatsapp. Y así surgió la parte psicológica y vital: la de una mujer inteligente, con sentido del humor, sonriente; una mujer tan actual, que uno se atrevería a decir que ella misma hasta pediría matrimonio en el momento más inesperado y por la vía más incierta que un escritor pueda describir. Así, así se presenta la chica del pasillo; esa mujer que uno va construyendo poco a poco, día a día, al hilo de la vida que es el narrar una historia literaria, real y ficticia, medio a medio realidad y deseo pero, en definitiva, la historia de la chica del pasillo que, además de ser rubia, sonreía con tímida solvencia. 

No hay comentarios: