9 de abril de 2016

Miradas de primavera


Sólo basta dar un paseo en una mañana de primavera para cruzarse con miradas: gente caminando; chicas jóvenes de compras; una muchacha que repartía propaganda de una nueva tienda; la norteamericana con su acentazo diciendo a voces que se adapta bien a Madrid... Miradas como la de ese pasillo, que siempre iba acompañada de una sonrisa que no se me borra, que es más fuerte cuanto más la pienso... menos mal que la sonrisa tuvo voz y una historia detrás. Miradas de mujeres fatales o de chicas alegres; o de alcarreñas estresadas por la Selectividad: "Ay, profe, espera, espera... que termino ya; ay, espera, que me duele ya hasta el corazón", dijo aquel instante Sara; yo respiré y pregunté a su profesora (que me miraba; en fin, otra mirada distinta): "¿Cómo se siente que te duele el corazón?"; se partió de risa, de Sara y de mí. Miradas que perturban, o entristecen, o alegran el día; miradas que dicen adiós; otras miradas que dicen hola. Siempre una mirada dice mucho más que mil palabras; siempre conecta más esa persona que te mira; siempre unos ojos expresan más que la pluma; a veces, incluso, un beso con mirada nos sabe mejor... 

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