1 de mayo de 2016

Mensajes sin respuesta

Desde el autobús, camino de Madrid, observé una pintada en una pared desvencijada: "Un mensaje que no te responde ya es una respuesta". Al principio no le di importancia, hasta que caí en que esta filosofía callejera nace de la experiencia. Supongo que existe gente que no tiene segundos para responder; otras personas, sencillamente no creerán que lo que tú les dices deba ser valorado como lo que les dicen otros de su entorno; es posible, medito, que haya quien deduzca que el no responder llevará al silencio y, más tarde, el tiempo te sumirá en el olvido. Egos hay muchos, sí señor. Claro está que hay gente que tiene amigos de primera, de segunda o de quinta, por ejemplo: así, a los del primer grupo les responderán ipso facto -en vulgar romance, cagando leches- y a los del último ni les prestarán atención. Este mal que han llevado a cabo el whatsapp, facebook y twitter al mismo tiempo deja para otro día que no lluevan los sentimientos. Hay gente que no contesta por norma, salvo que te necesite, que entonces bombardeará tu móvil cagando leches -el interés, ya se sabe-; otras personas te dirán mil cosas como que no suelen constestar(te), pero siempre descubrirás que a otra gente sí les contestan, lo que viene a conocerse por el boca a boca, que todo lo dice y nada calla. Muy mal has debido hacerlo con una persona para que no responda o no quiera hacerlo o poco debe valorarte esa persona para relegarte a la indiferencia, que es el peor de los desprecios... o quizás lo has hecho muy bien. La cosa debe estar muy extendida porque llegando el autobús a Madrid, en Barajas, había otra similar: "Si no te responde, ya es la respuesta". Supongo que es humano que la gente esté sólo para quien quiere estar, así como sin mirar que en el mundo todo fluye y lo mismo lo que se va debe volver y lo que se queda hay que echarlo a patadas. Nada, cosas mías; déjenlo ustedes. El caso es que al bajar, en Avenida de América, decidí seguir mi camino: con peor o mejor gana, con mayor o menor implicación, con más cariño o menos yo seguiré respondiendo porque, total, detrás del móvil hay aún un ser humano y a mí aún me quedan sentimientos por repartir.

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