18 de mayo de 2016

Cansancio político



Hace tiempo que no opino por escrito, aunque no voy a cansar. Entra uno en un bar y oye: “Yo no voto, son todos iguales”; “Van todos a lo mismo”; “Se va a repetir lo del 20-D”; “No sirve de nada, si ni siquiera se ponen de acuerdo”. Salvo esto último, lo demás es un irracional atentado contra la esencia de una democracia pero, sinceramente, la gente está hasta las narices. Nos vienen con la dificultad, con la aritmética, con la fragmentación, con ‘lo irreconciliable’ y con ello otras irracionalidades atentatorias contra los más elementales principios de una democracia: “Tengo que ser yo”; “Si usted se reúne con ese, a mí ni me llame”; “Pido su apoyo, pero en mi Gobierno usted no entra”; “Yo apoyo a su partido si usted se va”. Cosas así como de pensar “joder en qué manos estamos con cuarenta y siete millones que somos” y el caso es que yo recuerdo que en la II República, tanto el bienio de izquierdas como el de derechas, implicaron coaliciones de hasta cuatro y cinco partidos, teniendo comprobado que Izquierda Republicana (Azaña) los días impares poco tenía que ver con el PSOE de Indalecio Prieto o Gil Robles (CEDA), católico, menos con Lerroux, que pedía asaltar conventos en 1909; ya en guerra en el gobierno republicano hubo hasta sindicatos anarquistas. Franco, aunque no lo parezca, hizo malabares con falangistas, militares, católicos y monárquicos y la Lliga catalana y españolista estuvo con la monarquía (1931) cuando todo el mundo se acostó monárquico pero se levantó republicano. Así que no me cuenten ahora películas de dificultades e imposibles, que en el exilio don Juan, los socialistas de Prieto y los cristianodemócratas pactaron en Múnich (1962). Ahora reivindican todos a Adolfo Suárez, pero no lo imitan y se olvidan de que había que tener ganas de hacer cosas para sentarse UCD, AP, PSOE y PCE, PNV y CiU en La Moncloa o donde fuera. Claro que, entonces, todos los citados además del apego al poder ─humano o uno no se mete─ tenían ganas de hacer cosas: había menos egos, ombligos del mundo, imprescindibles ─los cementerios están llenos de imprescindibles─ y querían hacer cosas. Como se repita el 26-J, espectáculo lamentable incluido, creo que debemos pensar en tomar las riendas del sentir social los que creamos opinión porque, guste o no, será cosa de 3 partidos y como España no se merece semejante tontería de dimes y diretes, hace falta gobierno, sobran ideas de libro y se necesitan soluciones de calle habrá que echar a sus señorías y sustituirlas por otras, menos imprescindibles y más útiles.

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