10 de junio de 2016

Paredes de papel

En ese momento me acuerdo del boom inmobiliario y no puedo ni respirar... y es que además del sobreprecio, las cláusulas suelo, la hipoteca, el seguro de vida, la visita de la amante o de la amiga del pueblo, la vecina pone plantas en tu trozo de rellano. Pero no, eso no es lo malo porque existe algo que se convierte en una pesadilla las noches de insomnio: las paredes de papel. Cuando te metes en la cama y oyes al otro lado del cabecero al vecino de juerga con su novia -el lector permitirá omitir las risas, el chín-chín de las copas y demás pormenores-, te das cuenta de que no vas a dormir en toda la noche. El de arriba, que debe frisar los setenta, se tira pedos y ronca para todo el edificio; otro del piso de arriba, pero más allá, se ducha a las doce y media y se levanta a las cinco y cuarto, pues uno, que tiene el sueño ligero como el lector sabe ya, lo oye todo, despertador incluido. A la vecinita wallapoop del otro extremo del segundo, en el propio rellano, la deja el novio en el portal sobre las doce y media, pero tiene otro con el que habla a esa hora mientras sube en el ascensor y antes de entrar en casa, pues vive con sus señores progenitores que, al contrario que yo, descansan muy ricamente a esa misma hora; o igual es el mismo que, sin hartura alguna, aún quiere más. Podría seguir, así como quien no quiere la cosa, mientras uno ve la peli de La2 (El Crack 2, de Garci) el vecino del otro lado del salón ve 13Tv a piñón fijo: dale que dale al debate. A mí esto como que me pone de muy mal humor, pues puestos a llevarse la pasta, bien podía haber puesto aislante del malo el señor constructor; malo, insisto, pero aislante. 

2 comentarios:

José Auñón Paterna dijo...

Jajaja buenisimo!!! Tan real como la vida misma! Gracias por arrancar nuestra sonrisa. Un abrazo

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Gracias a los dos... :-)