25 de noviembre de 2016

Hablar con comida



Lo cierto es que la lengua española tiene una especial querencia por utilizar la comida con intención expresiva, quizás mucho más intensamente que otras lenguas. Así, ese sentido metonímico vale como referente para hablar del físico, por ejemplo: las expresiones “tienes la piel de naranja” o “tienes la cara como una paella” sirven para hablar de ‘celulitis’ y ‘acné’ e, incluso, cuando una gripe nos acomete tener “la nariz como un tomate” habla de moqueo superlativo. Análogamente, para quitarse a alguien de encima o mandarlo lejos, según sea el caso, podemos oír “que te den morcilla” o “una porra” (dícese esto último como sinónimo de ‘churro’), también se oye negar exclamando “¡y un huevo!” Añadamos que un bebé “hace pucheros” cuando llora. Pero para dejar las cosas claras hablamos de que “al pan, pan y al vino, vino” o que algunos asuntos son “como las lentejas, si quieres las tomas y si no, las dejas”; aunque también loamos a nuestros amigos diciendo “eres la pera”. En el mundo de la política se puede ser “chorizo” o se puede “dar la vuelta a la tortilla”, siendo poco aceptado por el pueblo lo primero. Eso sí, a nuestro jóvenes les gusta más usar ciertos alimentos (“peras”, “manzanas”, “melones”, “cocos” o “plátano”) con connotación físico-erótica. Así es el español.

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