27 de enero de 2018

La prueba definitiva

Cuando detuvieron a Mike, este no imaginó lo concienzudo que sería el inspector, quien tras interrogarle le aconsejó someterse a un análisis de orina para descartar, "como usted dice", que fuera al volante bajo los efectos de las drogas. Sinceramente, se asustó. La noche había sido intensa y sabía que el lío sería gordo: "perderé mis estudios, el carné de conducir y, además, probablemente mi relación con Diana", pensó para sí. Acudieron su hermana y un abogado, un tipo gordo, desaliñado y sin salsa: le pidieron que sí, que se lo hiciese, ajenos a lo que él sabía, obviamente. El inspector Jones se puso pesado, arrogante y él tuvo entonces una idea genial: pidió a su hermana que llenase el bote con el pis suyo, así quedaría libre de cargos. Ella lo hizo, sin pensarlo, por solidaridad, por hemandad, por lealtad. El poli Jones interrogó a Mike con cara de mala leche, le gritó, le dijo que si es que se creía que él tenía cara de gilipollas. El muchacho puso cara de póquer y escuchó: "vienes aquí, tras atropellar a una anciana, borracho y drogado y nos tomas el pelo; te crees muy chulito, te haces un análisis y..." Mike flipó, no entendía nada: él simplemente era un quarterback de instituto, guaperas y fumeta, poco más... El inspector continuó: "me parece genial que seas un niño de papá que se quiere librar de esto, pero traerme esta orina es lo último". "¿Pero qué le pasa a mi orina, señor?", preguntó Mike. El policía se puso negro, verde y, finalmente, morado antes de responder: "¿Que qué pasa? Pues que estás embarazao, chaval, sencillamente, que estás preñado hasta las cejas", respondió mientras salía dando un portazo.

2 comentarios:

Belén dijo...

¡Guau!¡Qué imaginación, Paco!Felicidades 👏👏👏

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Gracias... ;-)