25 de marzo de 2011

La poesía de... Yolanda Castaño, o la razón de la crítica


Pensando seriamente en la canción “Amores de barra”, de aquellas maravillosas Ella Baila Sola que ayudó a impulsarse el desaparecido Antonio Herrero en la radio, iba a titular el post de hoy así, con el nombre de la canción. Nada más. Será que muchos sábados en la noche este literato (al menos, hoy por hoy, los profesores de Literatura lo somos; con el permiso de los políticos y sus eufemismos y demás gilipolleces) me fijo en esas chicas de la barra que van tan apegadas a la copa como yo; y como en su día don Ramón Menéndez Pidal, todo hay que decirlo, incluso lo grande que era ese filólogo gallego al que debemos la Filología moderna de cabo a rabo. Bueno, pues en ello estaba e iba a rememorar la noche de un congreso, en 2005, en Santiago de Compostela cuando me ha venido a la mente lo que escribía algún tipo en algún Blog y que me ha aparecido mientras buscaba cierto dato que no ha aparecido. Hablaba de imagen, de poesía y de no sé cuantas apreciaciones; vamos, de esos que dicen que ven el Sol en la noche y yo por mucho que mire, aquí entre La Mancha y Murcia de noche veo zascandiles, trasnochados y la Luna. Y poco más. Bueno, pues interpretaba la poesía actual de manera radicalmente opuesta a la mía y había leído mal a varias poetas, entre ellas a Yolanda Castaño. ¡Ea!, lo mismo hay quien recomienda sus versos, como yo, que hay quien no los ve interesantes, quizás sea esa la grandeza de las letras. Bueno, tampoco yo soy ortodoxo, pero... a lo que voy.

Tengo dicho y escrito que Internet es tan bueno que sirve para que la poesía y otras letras, malvadas y virtuosas, sean conocidas y extendidas. Hasta ahí todo bien, pero... el día que uno de esos se levanta en plan absurdo hablando de lenguas, físicos y demás zarandajas sin relación alguna con el verso, la metáfora y la tradición literaria, me dan ganas de gritar “vivan las caenas”, como hacían nuestros tatarabuelos en tiempos del nefasto (y feo con ganas) Fernando VII al cual deseaban y aún me pregunto por qué. Pues eso, sí, que a mí me gusta Yolanda Castaño en su conjunto, con la profundidad de su campo (que imagino será el verdeado gallego) y esa mirada de mujer fatal que pone en las fotos... se dice en estas lides críticas que la obra es inseparable del autor y que hay que entrever a este en el conjunto de su ser social; vamos, que hay que saber si es de derechas o de izquierdas, si bebe güisqui o vodka o lee a García Márquez o a Vargas Llosa;... pero esos blogueros del Norte... ¡La madre que los parió!

1 comentario:

Bill Sabandija dijo...

Un saludo y gracias por su trabajo en este blog.
Cualquier espacio que fomente la poesía es de agradecer.
Aún así, permítame discrepar con usted cuando dice que el crítico al que alude ha leído mal los poemarios de Yolanda Castaño.

A mi juicio, no hay forma de leer correcta o incorrectamente la poesía.

Tal vez la interpretación que usted hace de ella no es lo que quería expresar la autora.

La poesía, como las canciones, es en ocasiones voluntariamente críptica para que cada cual haga su propia interpretación.
Si un lector piensa que su interpretación es la correcta y las demás están erradas corre el riesgo de que le hablen del efecto Dunning-Kruger.

O, aún peor, ser corregido por el poeta en cuestión, que es el único que sabe a ciencia cierta lo que quería expresar.

Un saludo y muchas gracias por su trabajo.