17 de septiembre de 2011

"Con la mochila a otra parte"



"No vuelvo jamás", me oí decir a mí mismo cuando abandoné el pueblo. Mi negocio había fracasado y tenía deudas con el banco y con algunos lugareños. Por si fuera poco, en los últimos años la mayoría de la gente conocida abandonó el lugar camino de Alemania. "Allí hay trabajo y se ganan buenos cuartos, Juan", me dijo mi primo, el último verano, cuando había vuelto por el pueblo para ver a la familia. Yo no, yo me quedé.


¿Para qué iba a irme? ¿Para que el dictador se quedara aquí para los restos? No, yo proseguía con mi fábrica de harinas y con mi granja de cerdos. Pero vino la peste porcina y un tipo de Zamora se llevó dos camiones de piensos que jamás me pagó. Ahí me dejó, plantado, con el pufo, y yo sin un duro. "No seas tonto, Juan, y vente a Alemania", me escribió el primo. Pero yo no. Estaba también Ella, aunque sé que no me quería: 'el que la sigue la consigue', oí decir a los chiquillos enamoriscados de la escuela. Y lo creí, absurdamente.


El día que llegó el coche negro de Madrid lo supe: la cosa era ya gorda. "Don Juan, el Banco Pirata le ha embargado la casa, la pieza de tierra del vadillo, la nave de fábrica y los muebles de todo", me comunicó el notario. Sólo me quedaban varios trapajos de ropa y la mochila. Así que, a la noche, cuando no me vio nadie, me fui; pero eso sí, pasé por su puerta y le dejé una flor. Daba igual que supiera quien había sido. Uno quiere porque sí y ello es irracional.


Ahora lo he visto. Peña, el candidato a presidente del gobierno, lo ha dicho claro: "hay que recuperar los pueblos abandonados para el turismo, son un pedazo de historia en mitad de la nada". Y yo le voy a votar.

1 comentario:

encarnisabina dijo...

Jeje...como en el sueño...