19 de febrero de 2012

"La chica gótica"



Este frío domingo salgo a la calle a comprar el periódico y a tomar un café vienés bien calentito. Una manía que produce relax y una sensación inusitada de paz interior que inspira, no crean; surte el efecto de proveerme de ideas. Me siento en uno de esos mullidos y cómodos sillones de un Starbucks madrileño y, a continuación, se sienta una joven de estética gótica, un bellezón pienso, y por qué no decirlo. Lo que ocurre es que con este culto a la imagen que vivimos quieren que nos asusten las tribus urbanas como la de las chicas góticas (pero vaya, yo no me fijo, como se deduce, en los chicos sean o no góticos, de derechas o de izquierdas, del Madrid o del Atlético) y me he quedado prendado de la muchacha, que, por cierto, embadurna su café de mil esencias: vainilla, chocolate, canela…

De soslayo la miro varias veces y la joven, que por lo que intuyo no tiene nada de tonta, lo sabe. Saca unos apuntes y empieza a subrayar con un fosforescente amarillo, de trazo grueso, y percibo que estudia Historia o algo relacionado, pues en los apuntes se habla, así en título grande, del Crack del 29.

Yo saco un libro de Claudio Rodríguez, una antología realizada por él mismo en Cátedra y empiezo por el principio, por la primera época. Al rato tomo otro sorbo de café y entre sorbo y sorbo la miro: el cruce de su mirada rompe la monotonía y la intimidad mía con la poesía del gran poeta español del siglo XX.

“Oye, yo también he leído a Claudio Rodríguez y me gusta mucho”, rompe ella el silencio.
“Ahm, ¿sí?, ¿y qué poema te gusta más?”, añado yo estúpidamente.
“Bueno, uno sólo no, pero los de los años sesenta me gustan más que los posteriores”, dice ella, muy leída.
“Ahm”, acierto a balbucear.
“¿A una chica a la que miras con deseo únicamente sabes decirle ahm?”, insiste ella mientras me mira fijamente.
“Te invito a comer al VIPS y me oirás hablar de más cosas”, digo con voz nerviosa.
“Venga, vale”, sonríe mientras guarda los apuntes en una carpeta azul.

1 comentario:

Bitxito dijo...

Jajajjajajajaja La invitación a comer ha sonado más como un: "porfa, porfa, porfaaaa!" jajajajaj Genial, Paco ;)