23 de septiembre de 2013

"Malas noticias"



Te has ido, como si el rayo cesase.

Noche abierta y alguien que conoces de aquellos tiempos te pregunta por ella: "¿Conocías a...?", te pregunta. "¡Claro!", dices inmediatamente, "menganita, que trabajaba en tal sección". "Dicen que...". Y, entonces, ¡joder!, que era una vida en flor; una sonrisa que alegraba el día al entrar en aquel sitio en donde el trabajo no era más que estrés y agobio. Y anda que no estaba ella ilusionada con su curro, con su vida personal, con sus planes, con sus sueños... Al otro lado, quien habla (otra buena chica, de fiar, una excelente ex compañera que está tan alucinada como yo), comenta lo que se comenta y yo que empiezo a hundirme (lo que me duele es lo perdidamente joven que era, además de guapa y de competente y de alegre...). ¿Qué mierda pasa que esas vidas en flor se van? Y, ¿qué pasa que a uno le duele tanto la muerte de alguien tan joven, aunque no sea directamente cercano? Hacía tiempo que cuando iba allí, ahora de cliente que mira y no compra (o que compra, eso da igual ya), no la veía ("estaba enferma", resuena en mis oídos lo que se dice ahora) pero jamás pensé que... uno piensa vacaciones, embarazo, gripe... (o hasta una depresión, qué mierda, que de eso se sale...) ¡Pero algo así! En mi ordenador una o dos fotos de ella, de aquella época: sonrisa, mirada cálida, juventud ('divino tesoro', ¿eh Rubén Darío que estás en los cielos?) y... mira. Joder, chica. Muchos más te echaremos de menos, no lo dudes: a los escritores nos cuesta olvidar.

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