6 de noviembre de 2013

"Despedirse de ti"


Amanece el día y necesitas despedirte; hay algo dentro de ti que te bloquea: pensaste, como siempre has pensado, que la realidad y el deseo eran una misma cosa y la (esta) realidad, como dijo el filósofo, es la única verdad. Demasiado bueno para ellos... Antes, recuerdas, la gente se despedía --intentaba asirse al último clavo ardiendo-- con largas cartas, con una llamada, incluso con un sms (así te ibas, cortabas con alguien, decías adiós, good bye...). Ese sueño tan nervioso que has tenido hoy (por ejemplo), que te ha hecho despertar varias veces, que te oprime dentro ("despídete" se repetía, así como en la sien...). Te levantas, bebes agua a morro desde la botella misma (viejas costumbres de cuando en el cole había que beber, a morro, en el grifo) y miras por tu ventana: la calle fría, desierta, oscurecida; te recuerda tu propio interior cuando piensas en eso, en esa, en aquello, en aquella... y te dices "me despido de ti"; sólo que tú eres así como un poco capullo y en lugar de despedirte, desapareces del mapa y envías un terrible silencio... Al fin y al cabo, es una manera como otra de despedirse.

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