22 de noviembre de 2015

Sueños de medianoche

Los sueños imprevistos, como son los sueños, tienen la desventura de atenazarme. A veces, aparecen personas que veo cada día o con quienes hablo, e incluso tomo café con ellas, qué sé yo; en otras ocasiones, gente que no conozco de nada y, alguna que otra noche, alguien que no atino a describir, alguien que podría ser o que... sólo es un sueño, ¡menuda obviedad! Tengo por costumbre despertar de esas sesiones totalmente desnortado, aturullado y en la penumbra de la duda entre si se cumplirá o no, que eso es cosa de expertos en los sueños. Hay momentos en que soñar con ella o con quien sea, a pesar de que hay un porcentaje alto de irrealidad que te cagas, me deja sin fuerzas: es eso que te despiertas mil veces, que das mil vueltas en la cama, que no descansas y... ¡zas!, suena el despertador. Anoche, sin ir más lejos, se acerca alguien, enfundada en su abrigo, guantes y bufanda; se sienta junto a mí y, de repente y sin venir al caso, me suelta: "anda, dame el beso que me debes hace tiempo..." Y te quedas a cuadros, flipando. 

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