13 de febrero de 2016

No sólo San Valentín

Aquella época yo había sido enviado a cubrir una noticia en Colombia, pero la nieve me retuvo en el aeropuerto de Zurich la noche de San Valentín, así que me pertreché de agua y bocadillos y me dispuse a pasar la noche, o las horas que el azar quisiera, en aquella enorme sala. Ella se sentó a mi lado; iba, como yo, a Colombia. Al principio no le presté atención, enfrascado en leer La casa verde de Vargas Llosa. Fue ella la que empezó a hablar y hablar... No, no es una historia romántica, ni de amor, olvídense. La escuché atentamente, cenamos juntos, escuchamos la música de su mp3, le ayudé a realizarse unas trenzas, elegí unos poemas del libro que llevaba para leer y del que se tenía que examinar; me dijo que estaba muy sola y que viajaba a Europa de vez en cuando, para trabajar como modelo en Florencia o Venecia o no sé dónde. Allí, aquella noche, más que otra cosa éramos dos personas que necesitaban que alguien las escuchase, afecto, nada más: ella me prestó oídos y viceversa. Una voz anunció el vuelo, lo realizamos juntos, dormitando; llegamos a Bogotá y a la hora de coger el taxi ella quiso que lo tomásemos juntos. Dudé, me agobié, callé y subí al autobús: la oí decir "será torpe". 

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