1 de junio de 2011

'Un asunto turbio'



Que nadie piense que un detective privado es un tipo infalible; muchos casos quedan sin resolver, otros tantos son meros entretenimientos del cliente y en el resto metemos la pata, porque los sentidos se embotan: fumamos mucho y bebemos más, bajamos la guardia si hay una cliente hermosa o si hemos de recorrer caminos turbios. Somos dábiles, sí señor. Hace unos años, durante la Transición, cuando más trabajo había, metí la pata hasta tal punto que casi me cuesta la vida. Se me presentó en el despacho, que entonces tenía en la Gran Vía, una mujer inquietante que pedía buscar unas fotos que se había tomado años antes en un país europeo con un joven amante que había tenido. Todo normal entre los trapos sucios de la gente de clase alta. Pero, al final, entre un cierto enamoramiento que tuve hacia ella y que me utilizaron como conejillo de indias para acceder al Ministerio de la Gobernación, casi acabo en una cuneta asesinado por uno de los esporádicos amantes de mi clienta. Menos mal, eso sí, que uno conoce a gente hasta en el infierno y cuando el amigo de la muchacha iba a dispararme el cargador completo de su pistola en el pecho, apareció un poli amigo mío. Nunca olvidaré sus palabras: "Las mujeres hermosas e inquietantes son como la muerte, simpáticas y muy guapas. Nunca te fíes de ellas o te llevan a otra parte".

1 comentario:

encarnisabina dijo...

¡Qué semana más creativa!! y yo encantada..

besos