10 de agosto de 2011

"Kennedy no murió en Dallas"



Le parecerá raro, señoría, pero el presidente John Kennedy no murió en Dallas: tenía un doble. Yo estuve allí y puedo testificar ante el Gran Jurado que los hechos se desarrollaron tal como yo los cuento ahora. Él lo sabía todo y tomó la decisión de evitar que su vida concluyera antes que el final de su primer mandato: tenía otras pulsiones más fuertes aún que el poder y quería vivir. ¿Que cómo fue? La mañana anterior a viajar a Dallas, un agente de la CIA pidió ver al presidente. Yo tenía turno de guardia en la Casa Blanca y ante el plácet del hombre más poderoso del mundo occidental, acompañé al caballero al despacho oval. Una vez allí nos contó el complot, con pelos y señales, los implicados y el por qué. Que si los ricos texanos, que si la guerra de Vietnam, que si el vicepresidente Johnson, que si los republicanos... Zarandajas. Una nueva cara, sonriente, joven, vital (aparentemente) y esa fama de mujeriego no venía bien a algunos intereses. O peor, esos intereses pensaron que los Kennedy iban a estar cien años en la Casa Blanca. Buscamos un doble. Creímos que lo efectivo era ir a Hollywood y que un actor de esos que hacen escenas arriesgadas suplantara al presidente. Lo hizo magistralmente; yo le hubiera dado un Óscar si hubiese vivido, pero... ustedes lo han visto miles de veces en televisión. Sabíamos lo que ocurriría, donde, cuándo, en qué momento... y todo fue tal cual contó aquel tipo. Kennedy lo presenció por televisión desde su guarida, ya en Canadá, luego viajó a Irlanda y más tarde... Kennedy está vivo, señoría, y si comparece ante el Gran Jurado van a temblar los cimientos de Whasington, Obama incluido.

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