2 de enero de 2016

Una segunda vez

Hacía tiempo que su nombre no me venía a la memoria y tuvo que ser en ese instante. El pasado en el pasado queda y ahí está bien situado, pero tal día su nombre y su misterio se desencadenaron en mi interior como un resorte que, tras romperse, sale a la superficie. Entonces, como suele ocurrir, empecé a recordar y afloró una sensibilidad que maldita sea su estampa -ojalá no me nazca de nuevo, jamás-; aquel tiempo, aquellas circunstancias, aquello... Me arrepiento de haber titubeado, pero todos somos débiles y más estos días de tanta superficialidad. Acostumbrado a las mujeres fatales que, en Nochevieja, esperan que seas tú el que diga algo; a la gente que mira por encima del hombro; a la superficie del carácter humano y esto... Decidí escribirle, pero la decepción fue mayúscula. Así fue cómo caí en la cuenta de que aquello que se va, se va o lo apartas y en que las segundas veces pocas ocasiones tienen sentido, ni tampoco sensibilidad. Me armé de valor, así el móvil, tecleé el nombre de otra persona, apareció su teléfono y escribí con mayúsculas un "Hola".

2 comentarios:

Belén dijo...

Muy tierno y descorazonador...

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Gracias, Belén. A veces, la realidad es así...