9 de octubre de 2016

Una imagen con palabras

Confieso que a mí aún me conmueve, me estremece, ver algunas fotos... No me refiero a las que nos ponen en el periódico: esas me indignan, ya que mil desgracias ajenas se pueden evitar con compromiso. No. Me refiero a alguna fotografía que me inspira o me fascina, porque en ella aparece alguien que me dice o, sencillamente, aparece alguien que me inspira. Unas veces las hago yo, otras las veo por casualidad en mil lugares insopechados; pero no será la primera vez que he escrito a partir de una foto, como esas en que ella sale. Hace poco, mirando una de esas imágenes en que dices 'madre mía', con acento de flipar, me dije que era un poema: la chica, sus ojos, sus manos, la mirada, el fondo, la luz... todo en aquella instantánea me llevó a coger el boli y a reflejar en el diario todo cuanto una vez aprendí de ella, simplemente mirando. Claro que, también hay quien critica que cada pieza con afán literario la acompañe con una imagen de mujer y hasta hace poco sentía una necesidad de justificarme que voy a dejar de lado, porque yo mismo si me miro en el espejo no me digo nada y sin embargo una Musa lo dice todo sin palabras, sin estar. Aún recuerdo cuándo la vi por vez primera y la sensación que me anudó el estómago; aún lo recuerdo, sólo que yo no soy ni seré políticamente correcto, porque si poesía ya no es que nos inspiremos en otra persona -del sexo opuesto o del idéntico- es que se pone política por delante de la poesía, de la creación, de lo humano, de la calle, del beso, del guiño, de la mirada, de la sonrisa, del abrazo, de la cerveza o del café, del flechazo... el ser humano y sus pasiones son el motor del mundo y de la inspiración y lo demás, en fin lo demás gente que se aburre demasiado.

2 comentarios:

Belén dijo...

A ti te inspiran las fotos y a mí los paisajes. Me alegra mucho que vuelvas a escribir ;)

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Gracias ;-)